La incertidumbre nos produce inseguridad, a veces provoca un miedo que, si no lo controlamos, podríamos caer en un pánico paralizante.
No saber si mañana tendrás empleo, tener la duda acerca de si te llegará o no ese depósito que tanto estás esperando y necesitando, abrir la alacena o el refrigerador y no saber si podrás encontrar la forma de surtir la despensa esta semana para alimentar a tu familia.
Igualmente puedes sentir angustia al no tener la certeza de haber sido aceptado en la universidad, o si la persona de quien te enamoraste siente lo mismo por ti… O qué tal esa horrible incertidumbre que nos causa pensar en nuestro ser querido que lucha por su vida en la cama de un hospital.
El rumbo de tus pensamientos
Tantas y tantas situaciones a las que nos enfrentamos día a día y que en los últimos tiempos hemos experimentado como nunca antes, y que nos han llevado a vivir un día a la vez sin saber cómo será el mañana… si es que ese mañana llega.
Y entonces te sientes aterrado, paralizado, y piensas en la fragilidad de la vida y en que nadie tiene garantizado despertar a la mañana siguiente… sin embargo, esa es una realidad que siempre ha estado presente, pero, como no teníamos miedo, pocas veces la llegamos a considerar.
Y escuchas rumores, te hundes en los noticiarios y te dejas atrapar por las redes sociales cada vez más agresivas y alarmistas, y olvidas aquellos proyectos que tanto entusiasmo te causaron algún día, y quemas tu energía en sobrevivir a todos esos peligros y cosas horribles que imaginas y terminas enfermando por cosas y situaciones que, la mayoría de las veces, nunca llegan a pasar.
Tú puedes elegir el menú del día, y actuar en pro de tus sueños y deseos. Si te bloqueas pensando que quizá mañana podrías no despertar, lo más seguro es que, en caso de que sí despiertes (que será lo más probable) no estarás preparado para disfrutar y aprovechar todas las oportunidades de ese nuevo día, y lo dejarás pasar como un día cualquiera, desperdiciando tiempo precioso que nunca va a regresar.
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