Al hablar sobre música, lo normal es que se haga mención a aquellas canciones que nos llenan de emoción y nos hacen vibrar al momento de escucharlas; ya sea por la atmósfera que genera en su instrumentación, el solo de guitarra reforzado por un sonido rítmico intenso al final de la canción, una letra que se entrelaza con la melodía y un sinfín de motivos dignos de provocar reacciones en una persona y que nunca se terminarían de mencionar.
Si hay tantas razones para apreciar una pieza musical, ¿por qué la gente en la mayoría de los casos dice que le gusta una canción por «como suena» o por la letra? La razón de tales respuestas es que quizá no se aprecia a la música como se debe.
Para entender mejor, concierne mirar a la sociedad desde sus orígenes y cómo ha influido la música en ella. A lo largo de la historia, la música no se ha visto como un medio funcional, sino como recurso para un objetivo superior.
En las tribus antiguas, la música servía para comenzar rituales hacia los dioses. En la antigua Grecia, la música era usada como recurso para embellecer la lírica y la teatralidad; si hablamos de las festividades en las distintas civilizaciones la música tenía la función de ambientar los festejos.
En ningún caso anterior la música era tomada en cuenta como un medio artístico independiente. No fue sino hasta el siglo XI que con las primeras incursiones de lo que hoy conocemos como música clásica se desarrolla este arte con un fin más apreciativo, la clara muestra de esto es la creación de la notación musical en el siglo XVI, lo que dio un auge en la creación de piezas musicales con único fin de endulzar al oído.
Fue con la música clásica que más se desarrolló la experimentación musical y se sentaron las bases de lo que se conoce como teoría musical. Otra característica de este tipo de música, es que todas sus piezas son exclusivamente instrumentales.
A partir de ese momento se empezó a crear música con fines más apreciativos, dando incursiones con la lírica para crear la fusión entre la poesía y la música, lo que llevaría a establecer estructuras definidas en la composición de una pieza musical y en épocas modernas, su propia comercialización.
En este punto surge una evolución en la manera de ver la música y su diversificación se dispara de manera exponencial. Con la creación del Blues y el Jazz, gran cantidad de géneros pertenecientes a la música popular verían la luz, pasando por el rock, el metal, el krautrock y el punk, llegaríamos a cosas muy diversas en sonoridad como lo es el reggae, el pop o la música electrónica.
A simple oído podría notarse mucha diferencia entre cada género, pero la estructuración definida de una pieza musical actual deja ver que en la base no son tan distintas pues en su mayoría las canciones se basan en la estructura Estrofa-Coro-Estrofa-Coro-Puente-Coro, mostrando a la música como un conjunto de elementos unidos en un medio de entretenimiento. Obvio hay música que sin depender del género explora los límites de la música de maneras increíbles, pero eso es otro tema.
Para concluir, se puede decir que hay dos modos de ver la música; ya sea como recurso para crear un producto en el que tanto la música como otros recursos artísticos se combinan para resultar en un grupo funcional o como una vertiente individual del arte en la que su máximo potencial es liberado, dando como resultado piezas sofisticadas que están en constante cambio.
Cualquiera que sea la visión de la música por parte del artista al momento de crear una canción, uno como espectador debe estar consciente de que motivos son los que le hacen disfrutar una pieza musical, pues sólo de este modo se disfruta la música cómo es debido.