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En todas las épocas de la vida se van formando relaciones fuera del campo de la familia, algunas quedan totalmente en el olvido, otras como un leve recuerdo de un periodo escolar o laboral, unas más marcan recuerdos innolvidables y agradables, y las más importantes son las relaciones que se convierten en amistades sinceras, esas que perduran a pesar del tiempo y a veces hasta de la distancia, esas que muchos de nosotros reconocemos que si las encontramos físicamente se da una conversación natural y espontánea como si el tiempo sin verse no hubiese transcurrido.

Con la llegada de las redes sociales es frecuente el fenómeno de encontrar de pronto en linea a personas de las que no hemos tenido noticias por decenas de años, se reestablece la comunicación y nos actualizamos en lo que ha sido de la historia de cada quien.

Al principio de la difusión de estas redes, era frecuente ver en las noticias advertencias sobre establecer comunicación con desconocidos, era ese tiempo en que se publicaban casos impactantes de personas que acababan asesinadas, violadas o asaltadas por un desconocido o una desconocida que habían contactado en línea.

Incluso hoy en día siguen dándose señales de alerta en cuanto a qué compartir y qué no en las redes, especialmente tratándose de la vida familiar y su entorno. Son varios casos conocidos de secuestros, chantajes y asesinatos que fueron coordinados por los criminales basándose en las publicaciones compartidas en redes, fotos de las residencias, de los colegios, de los centros de reunión, de las rutinas entre jóvenes y así dar seguimiento hasta perpetrar el delito.

Escrito lo anterior, es cuestión de aplicar un criterio maduro en qué sí, qué no y qué nunca publicar y a la vez a quién sí, a quién no y a quién nunca agregar a sus contactos, aparte de poner ciertos candados de privacidad para evitar hackeos y malos ratos en linea.

Así es como las redes sociales tienen sus aspectos tanto negativos como positivos, como la vida misma, pero en este caso virtual. El riesgo es si pasamos de la amistad virtual a la real, si la empatía es mutua, la amistad fluye de forma natural, cuando en el encuentro personal vamos identificando valores afines, ideologías similares, nivel de educación equilibrado y especialmente el respeto del uno al otro nos hace creer que la amistad es real, así la consideramos, así la alimentamos y así la hacemos crecer.

Este artículo trata solamente del aspecto de la amistad sin otra intención subyacente. Podemos creer que ese amigo o amiga virtual que ya conocimos personalmente, con la que hemos convivido incluso por un par de años o más tiempo, es tal como se nos muestra, entonces olvidamos como fue que esa “amistad” surgió, olvidamos que era “virtual” o sea que tal como describe el diccionario es una amistad “posible”, “potencial”, “supuesta”, “irreal”, “aparente”… Tendemos a ignorar esos sinónimos que claramente nos advierten de situaciones a las que nos exponemos al pensar que de verdad se puede dar una amistad honesta y sincera en base a una información que damos por cierta sin considerar los millones y millones de “perfiles falsos” que hay en Internet.

¿Cuántos “perfiles” en Facebook vemos con 5,000 “amistades”, que es el limite que la red permite? ¿A cuántos de esos 5,000 realmente conocen? En algunos casos, como el de quien esto escribe, el participar en Juegos de FB puede proveer mas de 1,000 contactos con los que no pasarán más lineas que un “manda energia” o “comparto premio” pero aún así hay sistemas de protección de información que al menos garantizan que la cuenta no será hackeada.

Imagen: RP Noticias.

Y en esos perfiles cualquiera puede poner la vida que se invente para sentirse a gusto consigo mismo en el mundo virtual, ya que en el mundo real su vida es un caos, se han realizado estudios serios sobre los conflictos personales de inseguridad que demuestran las personas que abusan de las llamadas “selfies” por ejemplo, y luego, del otro lado del espejo están las personas que cuando conocen cara a cara al contacto, olvidan, escribo una vez mas, que es “virtual” que puede no ser quien dice ser, y le abre no sólo la puerta de su corazón, sino la de su casa también…. Y puede tardar un tiempo, pero sucederá, la careta caerá cuando el “amigo virtual” abuse, engañe, time y hasta estafe al amigo real.

Ese enfrentamiento con la realidad es muy doloroso para quien fue traicionado con una deslealtad, una falta de ética, una ingratitud, y sin embargo  se quiso creer, se quiso querer, los primeros momentos en que se descubre la mentira, el abuso de confianza, el hecho de la estafa en sí, pueden ser impactantes, el agravio es fuerte, pero el desencanto es mayor, y cuando el ser humano siente desencanto sobre otra persona, esa otra persona deja de ser, no existe, muere y es enterrada en el panteón del olvido y jamás volverá a ser porque la realidad es que nunca fue, porque después de todo el desencanto es igual de uno mismo por haberse engañado y el agraviado lo supera, mientras el desleal seguirá siendo desleal, no sólo con los demás, sino consigo mismo, porque al final de la historia se trata de un ser que desconoce el valor de la amistad, motivo por el cual no tiene escrúpulos para engañar, no sienten remordimiento alguno al traicionar y lastimar a quien le fue franco y honesto, recalcando que la amistad inició a través de un contacto virtual que dio cabida al conocimiento personal y al trato directo por largo tiempo, hasta que las intenciones perversas surgen en los oscuros senderos de la hipocresía y la falsedad.

La realidad es una sola, conocer en línea a alguien realmente, si se quiere conocer en persona, es mejor no conformarse con conocer a la persona en sí, sino a sus amistades, a sus familiares, confirmar directamente que el perfil que muestra en sus redes es real y no falso.

Mientras la “amistad” se conserve sólo dentro del mundo virtual de las redes y no se comparta información privada o que pueda prestarse a hackeos y estafas de internautas todo queda bajo el control propio. El riesgo se corre a partir del momento en que se acepta el encuentro personal y se confía sólo en la información compartida por el otro, que bien puede ser solo producto de una fantasía y caer en la ingenuidad de creer en esa persona, como escribía anteriormente, abriéndole las puertas de la casa y del corazón a un reverendo extraño.

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