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–Corro, corro y corro pero no lo logro – decía con pesar, el joven conejo Alejo, mientras iba apurado una y otra vez de un extremo a otro del bosque.

Corría sin ver nada a su paso.  Sin notar la presencia de la vieja y sabia tortuga Obdulia, quien lo observaba pacientemente dar vueltas de un lado a otro, el conejo Alejo seguía en su apurado afán quejándose y maldiciendo, pasando frente a la tortuga sin siquiera obsequiarle una mirada, menos aun un saludo de cortesía.

En una de sus tantas vueltas, justamente al pasar frente a la tortuga, el conejo tropezó y se quedó tirado un rato sobre el fresco pasto que ya lucía un poco aplastado mostrando el surco que Alejo estaba dejando con sus repetidos ir y venir de un lado a otro.

La tortuga Obdulia seguía observando en silencio.  Pudo notar que Alejo estaba agotado, pero sano y salvo. La caída no le causó ninguna herida.

Cuando al fin el joven conejo recuperó el aliento, se incorporó para continuar con su ir y venir.  Fue hasta ese momento que vio a la tortuga que lo observaba.  Sus miradas se encontraron y la tortuga saludó amablemente con la patita al tiempo que le sonreía al conejo.

Desconfiado y de manera grosera, el conejo le preguntó a la tortuga – ¿y tú qué me ves? ¿acaso te estás burlando de mí? Obdulia la tortuga intensificó su sonrisa haciendo que ahora, su amable sonrisa, efectivamente pareciera de burla.

Alejo se acercó amenazante y exclamó agitando un puño frente a la cara de la tortuga –te rompería la nariz si no fuera porque tengo tanta prisa–.

–¿Prisa para qué si por más que corres no lo logras?– Le respondió tranquilamente la tortuga y sin mostrar ningún temor ante la brabucona amenaza del conejo.

¿Y tú cómo lo sabes?– preguntó sorprendido el conejo.

–Llevo toda la mañana observándote en tu imparable andar y escuchando como te quejas y maldices a cada paso.

Alejo se sorprendió mucho al saber que alguien se hubiera tomado el tiempo para dedicarse a ver lo que hacia. A causa de su mal humor y  su grosera actitud, se fue quedando sólo.

Bajando un poco su altanería, Alejo se despidió de la tortuga Obdulia, y justo antes de irse, la tortuga le preguntó –¿Qué es eso que tanto persigues y no has logrado?–

El éxito– respondió el conejo sacando el pecho con orgullo y levantando firmemente sus largas orejas.

–Excelente– dijo la tortuga –¿el éxito en qué?

–¿Cómo que en qué?– preguntó airado el conejo –pues así, el éxito y ya.  Quiero ser muy exitoso para que todos me admiren y poder vengarme de todos esos falsos amigos que me han dejado sólo.

–¿Pero en qué quieres ser exitoso?– insistió Obdulia.

–En lo que sea, no importa, en cualquier cosa– Alejo el conejo comenzaba a perder la paciencia nuevamente.

–Pues sigue corriendo y maldiciendo– dijo la tortuga –que te queda un largo tiempo por andar hasta que mueras de cansancio y frustración, pues así como estás persiguiendo el éxito, yo te aseguro, que nunca lo vas a alcanzar.–

Si te identificas con la actitud del conejo Alejo, quizás la tortuga te quisiera decir:

  • El éxito no se persigue, se construye.
  • Para construir debes tener un plan, debes saber exactamente qué quieres construir. Eres el arquitecto de tu destino y necesitarás un plano con todos los detalles incluidos.
  • Para ser un buen arquitecto debes prepararte.
  • Para construir, siempre es útil contar con la colaboración de nuestros semejantes.
  • La altanería y la prepotencia son frágiles ladrillos en los que se suben los de mente pequeña y autoestima baja.
  • Si preparas un platillo con ingredientes podridos obtendrás un platillo podrido. Si tus ingredientes de vida, tu inspiración y motivo son negativos… ¿Cómo crees que serán tus resultados?

Y finalmente, cuando estés corriendo y te encuentres una tortuga en tu camino, quizás sea momento de hacer una pequeña pausa y reflexionar acerca de lo que estás haciendo, el por qué y para qué lo haces y, principalmente, piensa en esto: ¿Qué deseas ser, hacer o tener para considerar que lograste ser exitoso? ¿Estás persiguiendo o construyendo tu éxito?

Quizás el ser exitoso no es llegar a la meta, quizás es el trayecto con la actitud correcta… quizás el ser exitoso es una forma de vida… Quizás deba dejar de correr y sentarme un momento para aprender de la sabiduría de una paciente y vieja tortuga.

Un lugar sin nombre
El olvido de socializar

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