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Prometo que en otra oportunidad abordaré el principio de responsabilidad compartida y lo mucho que podrían hacer las empresas que utilizan este tipo de envases en sus productos, pero si les parece bien, hoy hablemos de nosotros y nuestras decisiones.

Imagina que estás en la tienda, justo frente al refrigerador dispuesto a elegir tu refresco… ahora ¿cómo decides cuál comprar?

Cada uno tendrá su repuesta, pero generalmente tenemos 3 criterios básicos de compra. El sabor o marca de preferencia, el tamaño o volumen y el costo. Es decir, que básicamente nos basta saber cuál se nos antoja y si nos alcanza para pagarlo. Lejos queda cuestionar el tipo de envase y muy pocos reflexionan sobre los impactos ambientales que tendrá esa decisión. Siendo honestos, tampoco nos vendría nada mal recapacitar sobre la necesidad de estos productos y sus efectos a la salud; pero bueno, esa es otra historia.

Regresando al tema, pensemos en que deseamos comprar un refresco para nuestro consumo personal. Una vez superados los criterios previos, encontramos diversos materiales para el envase de la ansiada bebida, por ejemplo: vidrio, aluminio y botella “tapa rosca” de PET (tereftalato de polietileno). Ojo, los tres materiales son reciclables. ¿Cuál elegir?

Si pensamos en el valor de recuperación, el aluminio destaca, es decir, si tú eres el dueño del negocio y tienes que decidir entre manejar el aluminio o el plástico que tus clientes generan en el establecimiento, pues seguramente te será más rentable el aluminio. Para el público también es más fácil ubicar puntos de acopio o personas interesadas en su recolección, por otra parte, cada día hay más alternativas en cuanto al tamaño o la capacidad de las latas de aluminio.

Si pensamos en el sabor, la composición del vidrio hace que sea una buena opción.

Ahora si pensamos en la parte ambiental, sin duda el uso de envases retornables de vidrio o plástico, suenan bien. Ya que como consumidores no tenemos una botella residual que manejar, lo que por cierto también puede disminuir al costo de nuestra compra, claro que esta el detalle de acudir al punto de venta con nuestro envase.

Pero entonces ¿Por qué elegir la botella tapa rosca? esa tan común, esa que no falta en las fotos de obstrucciones de sistemas de alcantarillado, contaminación de playas, ríos, cañadas, etc.

Mi primera hipótesis y espero me disculpen, es que realmente lo hacemos sin pensar, tomamos la presentación que nos ofrecen o la más cómoda, pero pasemos a mi segunda hipótesis, que tiene que ver con el uso de la botella.

La tapa nos permite abrir y cerrar el envase, lo que puede ser una ventaja contra las otras alternativas; (aunque también hay latas y botellas de vidrio con tapa, usualmente utilizadas en jugos). Ok, Si ésta fue la razón, y al consumidor le gusta la posibilidad de cerrar su botella, pues ahí queda una idea para los diseñadores, pero como ya había dicho que hoy se trataba de nosotros. Pues lamento compartir que la gran mayoría de personas que compran refrescos individuales, se lo terminan una vez que lo abren, ya sea en casa o en el punto de compra, es decir, ahí en la tienda, en la sala o en el puesto de comida, así que no se aprovecha la famosa tapa rosca. Lo que me recuerda, si el plan era consumir el producto en el punto de venta, porque no aprovechar retornables y así no cargar el envase.

Por otra parte, vamos con aquellos otros, los que sí dejan un poco de refresco para después, si pertenecen a este selecto grupo, seguramente recuerdan ese momento cuando regresan y con tristeza descubren que ya está caliente, le falta gas o cualquier otra condición que nos hace abandonar, líquido y envase. Perdiendo nuevamente la función de la tapa. Ahí habría que preguntarnos si realmente lo vamos a beber después o sólo compre refresco de más. Pero bueno, hay que reconocer que existen esas ocasiones donde lo cerramos bien, lo refrigeramos o hacemos todo lo necesario para mantener las condiciones originales del producto, y entonces la famosa tapa ha cumplido su objetivo.

Entonces, para concluir ¿cuál es el mejor? Aunque me encantaría decírtelo, la verdad es que en lo que refiere al uso, depende de lo que necesites del envase, en lo que respecta al manejo de residuos la respuesta es sencilla, es mejor no generarlos.

Al final la decisión y la responsabilidad siguen siendo de cada uno, pero si compras un envase desechable es necesario que tú te responsabilices por su manejo, porque fue tu decisión. Es verdad que los materiales que mencioné en este ejemplo se pueden reciclar, pero ninguno será aprovechado si lo abandonas en una cañada o lo arrojas al mar; si decidiste utilizar un envase desechable, sepáralo y asegúrate de llevarlo a un espacio donde sea aprovechado, si no deseas esta responsabilidad, puedes agregar un nuevo criterio de compra: ¿Qué voy a hacer con el envase?

Si no tienes la respuesta, o te resulta difícil separarlo y llevarlo a un sitio de reciclaje, quizá lo mejor sea evitar esa presentación, dale un segundo vistazo, seguro ahí están otras opciones para ti. Lo único que no se vale es responsabilizar a otros por los residuos que nosotros decidimos generar.

Buenos eso digo yo, pero lo más importante es tu decisión.

Saludos y hasta la próxima.

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