Con destino al cielo. QUERIDO ABUELO: No hay nada que me haga sentir más dichoso en este momento, como el compartir estas breves palabras que llevan a mi alma como autor.
Tanto que decirte, tanto que contarte hace que me sea más difícil saber por dónde empezar. A 10 años de tu partida, el dolor parece no tener noción del tiempo, es más, todo lo contrario a lo que se dice de que el tiempo cura todas las heridas, en mi caso parece que aumentan más con las vivencias.
Se que has hecho acto de presencia en los momentos que más me han dejado marcado, de manera que es difícil explicarle a las personas cómo funciona nuestra conexión, y así puedan dar fe como yo de que nunca te has ido de mi lado.
Durante el tiempo que estuviste en vida te hice saber de incontables maneras lo que tanto significas para mí, pero jamás lo había hecho de esta manera; que es fácil de escribir pero difícil a su vez, porque no habría nada mejor en este mundo que ver tu reacción al momento que leyeras cada uno de estos renglones.
No importa cuántos sean mis intentos, fracasos y aciertos; definitivamente me he dado cuenta que el tiempo es demasiado corto para el camino largo que lleva a ser como tú. Me falta mucho para tener tu bondad,capacidad y tu fuerza.
Eres sin duda el mejor ejemplo a seguir, pero sobre todo has sido mi mayor inspiración en todo momento para salir adelante como persona y como cabeza de familia. Hasta hoy no conozco tanta valentía en una persona como tú, con esa mentalidad fría de luchar contra toda adversidad sin importar cual fuera la condición.
MI SUPERHÉROE FAVORITO
Dicen que No todos los superhéroes llevan capa, y definitivamente a ti jamás te hizo falta una para asombrarnos con ese gran poder que hasta el último día que estuviste presente, saliste a luchar por traer la comida en la mesa, a sabiendas de que tu condición física (fractura de cadera) no era la adecuada para laborar.
Tu kriptonita eran las recomendaciones del doctor de permanecer en casa y no exponerte a tanto movimiento por el riesgo a otra caída, pero aún así No pudo detener tu coraje de enfrentar las necesidades de casa. Ni un andador, ni siquiera un bastón pudieron frenar tu paso para conducir, todo lo contrario, los convertiste en tus armas de trabajo.
Nunca pude decírtelo, pero esa ha sido la mejor lección que pudiste darme sin darte cuenta. Jamás olvidaré ese día que observé mientras estacionabas el auto, como era el proceso cada que ibas y regresabas. Abrias la puerta para colocar el andador que te servía como apoyo, ya que tu lesión impedía que pudieras arribar sin el. A eso sumar el peso del portafolio con la otra mano.
Por cosas del destino estuve ahí para presenciar tal rutina, que fue un golpe duro pero que a la vez me hizo valorar tu esfuerzo y tu enseñanza. Ese mismo día que salí a ayudarte, comimos juntos pero mientras comíamos te observaba incrédulo por tu capacidad y fortaleza. ¿De qué te quejas? me digo cada que recuerdo esa lección para retomar fuerzas cuando siento que el camino comienza a pesarme.
NUESTRA ÚLTIMA COMIDA
Si hubiera sabido que aquel día sería nuestra última comida juntos, habría corrido a abrazarte, besar tu mejilla y decirte que nadie en la vida ha sido tan dichoso como yo por haber tenido no solo un abuelo, sino un padre que me enseñó tanto, pero sobre todo a que solo dependes de ti mismo para comerte al mundo y brindar lo necesario para la familia.
Hoy en día solo me queda disfrutar ese pequeño lapso de tiempo en que me visitas en mis sueños y podemos darnos ese abrazo que me hace creer que en realidad solo se trató de un sueño y que nunca te fuiste, pero todo se desmorona cuando de ese abrazo despierto y por muy increíble que pueda serlo, tu inconfundible aroma queda impregnado en mi habitación.
Puede haber miles de teorías al respecto, por mi parte me quedo con ese bello sentimiento del que estoy seguro no me equivoco, y considero que es el medio por el cual me muestras que nuestra conexión va más allá de lo terrenal. La prueba de que te incluyo en mis oraciones y tengo esos sueños como respuesta.
Lamento cualquier decepción que pude causarte durante mi madurez, espero de verdad haberte hecho sentir orgulloso en algún momento. Me diste más de lo que pudiste haber imaginado, y lo más importante que ni siquiera el dinero puede conseguirlo; Amor, Valor y Respeto.
Me enorgullece poder contarle al mundo que crecí y camine de la mano de un guerrero.
Un guerrero que no lo detuvo la edad ni su condición para salir a luchar, solo al concluir su ciclo de vida. En la cultura Japonesa, llamaron a ese guerrero Samurai, que era la personificación de la valentía, el honor y la justicia. Más allá de sus habilidades de combate, tales valores eran fundamentales para servir, inclusive morir con honores cumpliendo con su deber.
No cabe duda que fuiste tal personificación de dichos valores en otro continente, y como verdadero guerrero peleaste por servirnos en el último día de tu vida, por lo que Dios como testigo te permitió llegar a comer por última vez juntos, donde posteriormente partiste al tomar tu siesta, y recibir con Honor a la que llaman Muerte de los Justos, mientras dormías.
Gracias por tanto y por todos los momentos maravillosos que me dedicaste. Le pido a Dios ser una cuarta parte cuando menos (si me permite llegar a ser abuelo) ser lo que tu fuiste y eres hasta hoy para mí. Sigues siendo mi guía a pesar de que no me acompañes físicamente, tu esencia va conmigo. Cuida a mis pequeños…
Por siempre y para siempre, y con todo mi amor, de tu orgulloso Nieto.
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