Pasé un rato pensando en por qué Pepita lee mis mensajes y decide no contestarme. «Pues no le gustas» me dijo Ángel, un compañero de trabajo, mientras cargaba su cubeta y se perdía en un consultorio. Siempre es feo saberse ignorado y olvidado por alguien que nos interesa, sin embargo no es tan malo… pero ¿Qué pasaría si estuviéramos en una isla desierta y nuestra vida dependiera de una persona que nos olvida? Sería horrible ¿Verdad?
Pues resulta que ese fue precisamente el caso de un grupo de mexicanos que decidió irse a vivir a una isla desierta localizada en medio del Océano Pacífico. Conocida como la Isla de La Pasión, la Isla Clipperton es un atolón que se encuentra a varias horas en barco de las costas de Guerrero. Este territorio ha pertenecido a varios países y, aunque actualmente se encuentra en posesión de Francia, todavía existe una disputa para que se reincorpore a la República Mexicana. Debe su nombre a un pirata inglés que llegó ahí con la finalidad de usarla como escondite y refugio.
Incorporada al Territorio Mexicano como consecuencia de la guerra de Independencia, la isla quedó en el olvido hasta que surgió un repunte en la industria del guano, (abono natural obtenido de las heces de las aves y otros animales). Entonces surgió la oportunidad de irse a poblar y trabajar en aquel lugar lejano.
Una compañía estadounidense se encargó de construir casas y dar trabajo a los voluntarios con la finalidad de explotar el fertilizante.
Se calcula que de esta manera llegaron a la isla cerca de 130 personas, incluyendo familias.
Todo iba muy bien hasta que estalló la Revolución mexicana. De pronto todo el país se vio sumergido en una guerra y tanto las fuerzas federales como los revolucionarios se olvidaron de la lejana posesión. El barco que les llevaba provisiones desde el continente dejó de visitarlos y ahí empezó el drama.
Las provisiones se terminaban y la falta de alimentos provocó debilidad en los habitantes de la isla.
Se sabe que muchos habitantes murieron de escorbuto debido a la falta de vitamina C. Por si esto fuera poco Victoriano Álvarez, el encargado del faro, tuvo la puntada de declararse rey de la Isla. Ya con la investidura cometió toda clase de delitos como asesinatos y violaciones.
Se conoce que sistemáticamente fue eliminando a todos los hombres hasta que él fue el último hombre vivo. También se conoce que dos mujeres, víctimas de sus vejaciones, decidieron defenderse y poner fin a su «reinado».
Los últimos habitantes de la isla fueron rescatados por el barco estadounidense SS Yorktown. De los más de 100 pioneros sólo sobrevivieron 4 mujeres y 7 niños. Son varios los libros que se han escrito acerca de este caso, entre ellos la novela de la escritora colombiana Laura Restrepo «La Isla de La Pasión» el cual te recomiendo.
Nos leemos en el siguiente post.