Tres o cuatro días antes me estuvo siguiendo, ya fuera en el terruño, la ciudad o en la copa de los árboles del deportivo, anduve levantando la vista, pero nunca di con él.
Me preguntaba si era esa la respuesta que había solicitado en las incontables horas nocturnas en que mis párpados se negaban a obedecer.
Me quedé enojada con ella. ¿Qué secretos motivos le obligaron a bajar los brazos? ¿por qué se negó a subirse al ring y dar la pelea?
¡Sí¡ estaba enojada porqué bien sabía que nunca más esa cocina volvería a ser mi segunda casa y esos brazos que muchas veces fueron mi refugio, ya no estarían más.
Quería tomarle la mano, tocar para ella
Un domingo por la tarde tome el violín y tome a mi madre, algo me ordenaba ir en su búsqueda, quería tomarle la mano, tocar para ella, prepararle un platillo delicioso, abrazarle, pero las dos nos negamos a despedirnos, no tuve valor y ella se negaba a luchar.
Al poco tiempo después estaba situada en el extremo posterior del camposanto, con una tarde llena de sol y una lluvia intempestiva, como fondo de paisaje, me di cuenta que mientras iban bajando el féretro de Rosita, estaba otra vez el canto del pájaro comunicando una melodía que no podía descifrar.
Se cayó el cielo sobre los dolientes que terminamos dispersos y resguardados en nuestros vehículos.
El sonido de su canto se escucha en mi patio
Conforme pasan los días ahora el sonido de su canto se escucha en mi patio, ahí en la mañana del lunes o del domingo por la tarde.
Me respondí. No ha sido su madre, ni tampoco su hija. Ha sido su mal querido padre, con el que tenía rencores añejos, quien para saldar su deuda ha venido a recibirla, el agudo canto siguió por muchos minutos, sin embargo, parecía que nadie más le escuchaba, solo yo.
Pero ¿por qué había elegido al mítico cenzontle para comunicarse? Ahora lo sé, y es que aquel mítico pájaro “cenzontle” cuenta la leyenda era una mujer encarnada en busca de su libertad.
Hoy ella ha quedado libre del dolor de su corazón, libre de los dolores del cuerpo, libre de sus tristezas, libre para cantar, pero sobre todo libre para volar.
