Y de pronto ya existías dentro de mi ser y desde muchos años antes mi corazón sabía que esto iba a suceder. Yo ya sabía cuál sería tu nombre, aunque el tiempo parecía decirme que jamás llegarías a mi vida.
Yo no te busqué, simplemente confié. Ya existías en mis sueños, en mi alma, en mi universo… Sólo tuve que esperar un poco más, sólo fue cuestión de tiempo.
Y cuando vi por primera vez tu rostro y tus ojos tan perfectos, entendí que una creación tan delicadamente hermosa, tenía que tomarse su tiempo. La espera fue larga y difícil, pero llegaste en el momento perfecto.
Y dejaste de ser un bebé.
Eras tan pequeñita y tan grandiosa al mismo tiempo. Tan exquisita decía mi abuelo. Parecías tan frágil y sin embargo siempre has sido tan fuerte. Parecías tan vulnerable y siempre has sabido defenderte. Eres y siempre has sido una persona independiente.
Tu carácter, tu exigencia, tus rabietas y tu sofisticada belleza. Tu insaciable curiosidad, tus preguntas, tus respuestas. Tus argumentos perfectos y tus certeros silencios. Todo esto conforma y confirma, desde siempre, tu enigmática y maravillosa personalidad.
Tomé tus manos para guiar tus primeros pasos, y ahora que eres casi una persona legalmente adulta, te voy soltando poco a poco… siento como te escapas de entre mis brazos. Pero sé que estás lista para caminar sin tomar mi mano, y sabes que en todo momento yo puedo estar a tu lado.
Caminando junto a ti.
Me siento tan orgullosa de la mujer que eres, que quiero caminar a tu lado. Quiero que la gente nos vea pasar y comenten lo afortunada que soy por tenerte.
Cuando eras pequeñita yo corría a abrazarte si llegabas a caerte, ahora eres tú quien con un abrazo evita que yo tropiece.
La vida me da día a día la oportunidad de conocerte, y aprender tanto de ti y día a día agradecerle.