Con esta carta, quiero rendirle un homenaje a mi padre, quien falleció hace unos años. En estas líneas, quiero expresar el profundo amor y admiración que siento por él, así como los recuerdos que guardo de su vida.
Mi padre fue un hombre ingenioso, creativo y trabajador, que supo enfrentar las dificultades con optimismo y fe. Fue un ejemplo de superación, de perseverancia y de alegría.
Me acuerdo de cómo construyó un aparato autónomo para mezclar los ingredientes que usaba para revelar los negativos de sus fotografías, al que llamó «Tongolele», haciendo referencia a la exitosa actriz y bailarina de la época del cine de oro. Él era un gran aficionado a la fotografía, y me transmitió su pasión por capturar la belleza y la magia del mundo que nos rodeaba. Me mostraba sus fotos con orgullo y entusiasmo, y me enseñaba los secretos de su arte.
Me acuerdo de cómo le apasionaba su pasatiempo de arreglar automóviles, al grado que instaló un gato hidráulico en el patio trasero de la casa. Él era un experto en mecánica, y me enseñó a conducir, a cambiar el aceite, a revisar las llantas y a solucionar cualquier problema. Me acuerdo de cómo disfrutábamos de los paseos en coche, escuchando música y contando chistes. Él era un gran conversador, y me hacía reír con su humor y su ingenio.
Me acuerdo de cómo soñó con tener una casa grande y bonita, y cómo diseñó la maqueta con papel cascarón. Él era un visionario, y tenía un gran sentido de la estética y del diseño. Me acuerdo de cómo trabajó con empeño, disciplina y fe, hasta que hizo realidad su sueño, construyendo una casa maravillosa en donde pude vivir con mi familia, mis amigos y mis fantasías por tantos años. Me acuerdo de cómo me daba las buenas noches, cómo me besaba la frente y cómo me decía que me quería.
Él era un padre amoroso, atento y generoso.
Te extraño mucho, papá. Sé que estás en un lugar mejor, donde puedes seguir usando tu ingenio y tu sabiduría. Sé que estás orgulloso de mí, de lo que he logrado y de lo que me queda por hacer. Sé que me cuidas y me guías desde el cielo.
Él era un ángel, un maestro y un amigo.
Te quiero, papá. Siempre estarás en mi corazón y en mi mente. Siempre serás mi ejemplo y mi motivación.
Escribí esta carta como un ejercicio de escritura terapéutica, para encontrar consuelo y fortaleza en mis recuerdos, y para honrar su memoria con mis acciones. Me siento triste, pero también agradecida y esperanzada.