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Se sumó a la revuelta revolucionaria, con la idea de ayudar a su país de tantas injusticias y barbaridades, entró con lo que traía puesto y regresó con una carabina al hombro, sin darse cuenta que las armas las carga el diablo y con ella se ocasionaría la muerte dejando sin padre a su hija de 3 años.

Algunos creen que el arma estaba maldita ya que se disparó sola cuando la estaban limpiando volándole parte de la cara a su dueño, dejándolo moribundo por varios días hasta que la muerte llegó y le dio descanso.

La siguiente historia la envió Adolfa Martínez a nuestro grupo de Facebook “Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo” y en ella nos cuenta que su abuelo de nombre Rito Hernández se fue allá por 1910 cuando inicia la Revolución Mexicana.

La señora Martínez menciona que este relato se lo contó su madre que le dijo que su padre era muy joven cuando

“se fue a la revolución y él se encargaba de llevarles los lonches a los soldados, a los que se encargaban de cuidar y de vigilar los caminos”.

Rito vivió muchas experiencias y anécdotas con sus compañeros, luchando para quitar al mal gobierno y un día poco antes de terminar la revuelta platicando con los amigos les dijo que le contaría a sus hijos todas y cada una de sus historias, penalidades y hazañas que vivió en la revolución.

“Cuando regresó de allá venía cargando una carabina que le dieron para defenderse y como él era una persona muy humilde nunca había tenido una y la utilizaba para irse de cacería y así llevar algo de comida a su familia”.

Un día sin darse cuenta que la muerte estaba rondando se puso a limpiar la carabina 30 – 30 que le habían dado, “Le sopló al cañón y la pólvora le estalló” entrándole el proyectil por la boca, reventándole parte de ella dejándolo muy mal herido “y duró 3 días moribundo”.

Adolfa Martínez señaló que: “Lamentablemente mi mamá era una nena y quedó sin padre de 2 o 3 años de edad y nunca tuvo tiempo mi abuelo de contarle todos sus relatos”. Se quedó huérfana por un accidente con la carabina maldita.

¿Qué te pareció la Historia? Déjanos tus comentarios.

Me bebí el trago amargo de mi confusión
Visita de media noche (continuación)

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