Los perros Chihuahua jamás me gustarán. Su nerviosismo me pone nervioso, tienen un grado de rabia escondida que los hace temblar hasta convulsionar. Algunos los transforman para ser estéticos, otros son horribles y los que son lindos son feos. Toda su apariencia es desagradable. Están los que tienen el hocico torcido con los colmillos salidos, la mandíbula chueca, los ojos saltones y desorbitados, la cabeza deforme llena de chipotes, las orejas manchadas, se les ve descoloridos. Nunca se callan, son incómodos, la inquietud que los gobierna molesta, provocan a los visitantes. Fingen proteger, en realidad buscan territorio, son capaces de subir sus cuerpos sucios al sofá, a la cama dejando pelo volando por todos lados. Así es esa mujer que llegó de imprevisto al departamento.
Los que vivíamos ahí ya nos habíamos adaptando, teníamos la mayoría de los conflictos resueltos, compartir techo y alimento resultaba agradable.
Ella, la Mujer Chihuahua, entró sin preguntar si podríamos ofrecer un espació libre. Minutos antes, una llamada. Era la persona que se suponía sería la compañera de residencia por un acuerdo y por amistad. – David respondió la alerta telefónica y recibió el siguiente recado. : Amigos he cambiado mi lugar con otra amiga, la pasarán bien juntos.
Era la Mujer Chihuahua. En ese golpe de comunicación, sonó el timbre, salí al balcón, era ella. Con un sombrero diminuto más pequeño que su cabeza, rojo con listones pegados, zapaticos con tacón y vestido anaranjado pegado a lo que parecía un cuerpo de gusano similar a los extraterrestres que fuman y beben café en la película hombres de negro. Abrimos la puerta, pasó corriendo, sacudiendo las manos, mirando para todos lados, buscando rincón en las habitaciones. Atravesó comedor, sala y cocina. Se fue a meter a la recámara principal, la de la cama más grande y con baño.
-Hola chicos, Hola, Hola chicos, ando corriendo, ando corriendo.
Cerro la puerta con un golpe loco y se resguardo por dos horas, durante ese tiempo estuvo hablando por teléfono, riéndose y gritando, la puerta no era suficiente para contener los ladridos de la invasora. Al salir de la habitación se sentó junto a la mesa del comedor. Yo intentaba escribir y leer al mismo tiempo, esa tarde me toca asistir al café mandrágora a leer en vivo unos relatos sobre el sida, el crimen y el nacimiento. En su rostro descubrí dos ojos desorbitados por ansiedad, su mandíbula se torció al intentar hablar, intenté contar sus dientes, seis torcidos y dos salidos en la parte superior que se abrían paso frente a sus labios, se retraian con cada movimiento de su boca. Vestida con ropas que no le favorecían al cuerpo, patas o pierna temblorosas. Tenía manchas por todo el cuerpo. Decidí nombrarla la Mujer Chihuahua. Eso parece ser, eso es.
Después de invadir todo, descompuso el baño, dejó agua por todo el piso, dijo que la comida que nosotros comíamos no le hacía bien, en las noches se despertaba para ir a la cocina y se terminaba lo que habíamos cocinado en la tarde. Me daba cuenta de eso porque tuve que dormir en el sillón durante esos días, resultó ser que la habitación principal era la mía, los organizadores del evento nos asignaron a los escritores que tendríamos conferencia en el café la habitación con baño, era ahora una ladrona de mi comodidad. Una detractora de la felicidad.
Para dormir producía ruidos nasales anormales, algo parecido a un silbido delgado, punzante escondido detrás de algún moco duro y pegado dentro de su nariz, aquel sonido permanecía en nuestros oídos toda la noche, algunas madrugadas creo sentir que lo sigo escuchando.
Un día sin razón, se largo. Dejando la ropa sucia en la habitación y todo revuelto, cabellos en las paredes, las almohadas salpicadas con esmalte, el espejo tenía grasa y queso amarillo pegado, de bajo de la almohada encontramos un cepillo dental marcado con mordeduras y destrozado.
Algunas veces la veo aparecer en programas de radio y tv por internet o en fotografías de las redes, es la misma mujer con cara de perro chihuahua, gestos temblorosos y ansiedad, siempre dice mentiras.
Paternidad Literaria
TrodosMercado 2023
fragmento del Libro «Gusanos en el Ojo»