Al estar Trabajando enfrente de una escuela primaria en el municipio de Linares,
Nuevo León, un contratista y su grupo de albañiles fueron asustados por brujos,
recogieron sus cosas y se fueron de volada.
El siguiente relato llegó de manera anónima a nuestro grupo de Facebook de
Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo. Les cuento la siguiente historia:
“Soy albañil y nos habían pasado un trabajo de estampado, recuerdo que ese día
llegamos tarde y por ese motivo también terminamos más tarde, pero ya al
anochecer nos tocaba colar (vaciar la mezcla) enfrente de una escuela grande y
para eso la mayoría de la gente nos advertía que había brujos, que mejor la
dejáramos pendiente para trabajar de día”.
“Nos decían muchas cosas, que nos iban a asustar y así, pero nosotros no les
creímos, no les tomamos importancia, pensábamos que nos estaban bromeando,
metiéndonos miedo porque no éramos de ahí”.
Los albañiles lo que querían era terminar, para no regresar al día siguiente ya que
les quedaba muy lejos: “bueno ya eran como la 1 de la mañana y solo
esperábamos al estampador para irnos de regreso ya estábamos echando toda la
herramienta cuando de repente nos chistaron que por cierto nos erizó toda la piel y
nos recorrió un frío en la espalda, si nos dio miedo, pero igual no le tomamos
mucha importancia, seguimos con lo nuestro”.
Empezaron a escuchar ruidos y peleas y entonces si se preocuparon… “sucedió
que de repente se oía que se movían cosas, pero como que las aventaban, como
si se anduvieran peleando.
Brujos…
“El contratista se ríe pensando que era una broma y agarra una piedra que por
cierto traía una marca en forma de triángulo y la avienta hacia la escuela y en
cuestión de segundos esa misma piedra nos la lanzaron de nuevo, entonces el el
jefe decide quedarse en la camioneta del miedo que tenía”.
Miedo con albañiles
“En ese momento todos nos reímos, volteamos hacia adentro donde se veía una
ventana de la escuela que estaba abierta y vimos a una persona demasiado alta,
como de unos 2 metros o un poco más con una túnica negra y demasiado delgada
parada en una de las esquinas, sentí como mis piernas se sentían como aguadas,
o no sé cómo describirlo, todos corrimos y el contratista prendió de volada la
camioneta y nos fuimos lo más pronto posible sin decir a nadie una sola palabra”.
Al pasar enfrente de la Coca Cola estaba una mujer parada a la orilla en la
banqueta y cuando pasamos enfrente de ella la vimos y tenía el rostro como
cadavérico y el contratista le piso más a la camioneta, para irnos lo más rápido posible, solo queríamos salir de ahí.
Basta decir que el contratista ya no quiso
agarrar otros trabajos por ese lugar”.
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