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Todos hemos visto la destrucción de algo, ya sea un cristal quebrándose o un trágico choque automovilístico, tenemos concepción del caos, el desastre y la ruina y a pesar de no tener las palabras precisas para describir cada una de estas cosas sabemos cómo se sienten, cómo se ven e incluso cómo huelen y se escuchan.

Nuestro instinto y experiencia actúan lo mejor posible para mantenernos a flote en un mundo que va a la deriva, el resultado puede asemejarse más al fracaso o la victoria dependiendo de quién lo vea, pero al final cuando recostados en la cama cerramos los ojos solo nosotros sentiremos el dolor y el regocijo de nuestros actos. Hay veces en donde nos negamos y nos mentimos, en donde la destrucción  y el caos son tan grandes que nos abruma y tapamos todo con niebla grisácea, algunos incluso se atreven a vivir su vida así, ahogados entre escombros de viejos castillos.

Por otra parte, y no tan lejos de ellos, existen también los de corazón salvaje y mente aplicada, aquellos seres vagabundos, necios y curiosos que con las más sinceras convicciones tomaron sus ruinas y construyeron las historias que hoy se cuentan en escuelas y alguno que otro almuerzo casual. Estas personas nos demuestran cómo ante la adversidad solo se puede doblar esfuerzo mientras cambias y te renuevas y solo así, tarde que temprano, la ruina te parecerá maravillosa y la niebla te estorbará. Y aunque nunca conoceremos sus verdaderos aprendizajes si podemos aprender de las historias a medias que nos dejaron, por eso hoy te presentaré 3 escritores contemporáneos que con sus vidas y su forma de aprovecharlas nos enseñaron que el trofeo lo cargas en batalla y no tanto al final de ella.

Virginia Woolf

Adeline Virginia Stephen, conocida como Virginia Woolf, fue una escritora británica considerada una de las autoras más importantes del siglo XX. Su escritura plasmada del agridulce olor de la tragedia y la tristeza nos lleva al mundo de donde ella provenía, un lugar en donde la mujer era relegada a segundo plano y la vida parecía transcurrir entre guerra y dolor. Nacida de padres escritores y educada en casa, Virginia fue una mujer letrada y de alta posición entre la sociedad británica de aquel entonces, a pesar de esto y del gran amor que mantenía con su esposo, el escritor Leonard Woolf, Virginia padecía del ahora conocido “trastorno bipolar”, esto mantenía a la escritora en un bucle de inestabilidad emocional por el cual terminaría quitándose la vida el 29 de marzo de 1941 llenándose los bolsillos con piedras y tirándose al río Ouse. Sin embargo, este padecimiento jamás le impidió mantener su carrera como escritora, llegando a convertirse en uno de los tantos majestuosos legados que nos ha dejado la literatura británica.

Charles Bukowski

El último de los poetas malditos, Charles Bukowski (de nacimiento Heinrich Karl Bukowski) fue un escritor norteamericano nacido en Alemania que con su cruda y audaz forma de escribir se ganó tanto el respeto como el repudio de muchos intelectuales de su época. Este personaje que pareciera salir de una sátira cómica por su gran apego al alcohol y a las prostitutas fue y es un exponente para la literatura norteamericana. En su vida podemos encontrar el típico cliché del hombre sabio encerrado en un cuerpo putrefacto entre alcohol, cigarrillos y una rutina asfixiante. Después de ser descubierto y de haber publicado sus libros hasta los 49 años de edad lo único que eliminó fue la insatisfacción de su rutina, que procuró cambiar por largas horas de escritura y sexo igual entre cigarrillos y alcohol.

Frida Kahlo

Magdalena Frida Carmen Kahlo Calderón, mejor conocida como Frida Kahlo, es una de las mujeres ícono de la cultura mexicana. Su cuerpo y espíritu pasaron por tantas agujas y hospitales que desde los 6 años y hasta el final de sus días terrenales no conoció ni una vez lo que era estar “sana”. Entre todo este sufrimiento y enfermedad, Frida mantuvo una postura fuerte y atrevida, dejando en claro la naturaleza inquebrantable de su ser. En su escritura logramos ver la depresión a la cual estaba sujeta la mayoría del tiempo y también la pasión cosechada ante la tragicomedia de su propia vida simplificada en increíbles poemas. Ella, más que muchos otros, es claro ejemplo de que la leyenda se crea a base de grandes esfuerzos.

Así como ellos hay incontables ejemplos de la lucha, la victoria y el fracaso que no solo los grandes escritores han tenido que cursar, sino todos aquellos que han decidido luchar por el sueño que en silencio los persigue, sus pasos quedaron marcados para siempre en una historia que si bien no olvida, sí intenta ignorar los detalles dolorosos.

De su rancho a nuestra conciencia
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