Algunas veces parece que el día, con todo y sus veinticuatro horas, no es suficiente para resolver todas las tareas que debemos realizar. Puede ser falta de enfoque, falta de planeación, o el terrible hábito de atender los asuntos urgentes que tienen la habilidad oculta de desplazar lo que es realmente importante.
La familia, el trabajo, algunos imprevistos, el tráfico, alguna llamada inesperada pero necesaria, en fin… Cuando advertimos que el día está terminando y aún tenemos muchos pendientes por atender, podemos sentirnos saturados, cansados y estresados. Entonces, tratamos de resolver lo más urgente, aquello que no podemos dejar para mañana, y seguimos dejando en espera aquellos asuntos que son importantes, pero que, por no ser urgentes en este momento, se van acumulando en un cajón.
Es tan común comenzar el día, ya con el tiempo encima, y tomar con prisa una taza de café antes de empezar nuestra jornada y otra a media mañana… Nos olvidamos de reservar un tiempo para alimentarnos sanamente, y cuando sentimos que ya “nos rechinan las tripas”, corremos a la tienda de la esquina por unas papas fritas o alguna comida chatarra que, además de resultar en gastos innecesarios, no nos aportan ningún tipo de sana nutrición.
Reserva un tiempo diario en tu calendario
Para mantenernos saludables, es necesario ser disciplinados en el tema de nuestra alimentación, elegir selectivamente lo que vamos a consumir, y respetar el tiempo que hayamos designado a recibir todos los beneficios del menú elegido.
La alimentación de nuestra mente es tanto o más importante que la alimentación de nuestro cuerpo, y debemos dedicarle la mayor atención, disciplina y respeto posibles… La “desnutrición del intelecto” es, sencillamente, inaceptable.
¿Hace cuánto que leíste un buen libro? ¿Qué libro fue? ¿Qué enseñanzas te dejó y cómo las aplicas en tu vida?
Elige un buen menú
Consumir productos saludables, de calidad y que te aporten una nutrición adecuada es importante para el buen desarrollo, por lo tanto, elige tu menú de manera inteligente.
Implementa en tu rutina diaria leer, por lo menos, media hora al día. Sin importar qué tan ocupada esté tu agenda, la lectura diaria debe ser una actividad ineludible.
Jim Rohn decía: “deja de comer pero no dejes de leer”.
Evita los productos chatarra, tales como, perfiles, páginas, grupos y redes sociales tóxicas.
Prefiere literatura clásica; libros con información orientada a tu área de interés laboral, profesional, familiar y proyecto de vida personal; todo tipo de contenido que te aporte información útil y aplicable a mejorar tu vida.
No hay pretexto, tienes libros físicos y digitales, con costo y gratuitos, bibliotecas públicas y privadas… Siempre hay un buen libro esperando a que lo lleves de tus manos a tu mente.