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Decía el poeta Rudyard Kipling “descansar acaso debas, pero nunca desistir” y de eso trata este artículo, de buscar opciones a nuestro alrededor para no dejarnos abatir por circunstancias que no están en nuestras manos controlar, por soluciones que no dependen de nosotros pero que por nuestra parte hemos hecho todo lo que corresponde hacer y que de pronto nos vemos instalados en el limbo de la espera…. De una espera que acaba agobiándonos, situaciones que de haber dependido de nuestra voluntad ya se hubieran resuelto y a las que no les vemos un viso de luz inmediato.

Este tipo de situaciones que bien podrían ser causadas por un divorcio, por una acción maliciosa de una amistad que te estafa, por un trabajo que desempeñas con entusiasmo con la ilusión de ser reconocido o bien remunerado, o hasta por la forma en que confrontas el manejo de una enfermedad crónica e incurable o la perdida física de un ser querido, al final de la historia todos estos caminos conducen a un estado de estrés que provoca un dolor emocional que a veces no sabemos cómo sobrellevar o superar.

Muchas son las teorías que encuentras no sólo en libros tales como “El Secreto”  o “Los secretos detrás del secreto”, “Los cuatro acuerdos” y autores como Deepak Chopra, Eckhart Tolle, Kam Yuan y hasta el mismo Alejandro Jodorowsky quienes tanto en sus libros como en su Conferencias sugieren una serie de métodos que van desde el desprendimiento de uno mismo, el vencimiento del ego, la superación del espíritu, el poder de la mente sobre la materia, la sanación física y espiritual, etc. etc. etc. pero todos, invariablemente llegan al mismo resultado: todo depende de ti, tú eres responsable de ti mismo, tu felicidad o tu infelicidad depende de ti, y esa carga de responsabilidad a veces es injusta, tanto que hasta quienes creen en la reencarnación manifiestan que es uno quien elige a la familia en la que nacerá, y esa teoría viene a ser una carga emocional más.

Es cierto que somos responsables de nuestros actos, pero también es cierto que muchas veces no somos responsables de los resultados de los mismos ya que la resolución de un acto judicial (una vez que nuestro representante legal aportó todas las pruebas que nos favorecen) no depende ya de uno como persona ni del propio abogado, sino de un juez del que no sabemos si será justo o corrupto, esa decisión escapa de nuestro control. O en el ambiente laboral, aunque pongas todo tu esfuerzo, la decisión de que progreses o te estanques no depende de ti, sino de tu jefe. El manejo de una enfermedad crónica que además es incurable depende de médicos y tratamientos paliativos, total, que esa teoría de tu responsabilidad absoluta es injusta totalmente.

Esa carga de responsabilidad única, como si tuviéramos una varita mágica que no usamos y por ende nuestros problemas no los resolvemos porque “no queremos” acaba provocándonos un dolor emocional y un estado de ansiedad innecesario y cruel.

Decía Ortega y Gasset “Yo soy yo y mis circunstancias, si puedo salvar mis circunstancias, me salvo a mí mismo” pero este filosofo Español no nos da la formula para salvar nuestras propias circunstancias.

Y es aquí cuando entramos en materia respecto a las opciones que podemos encontrar a fin de superar ese agobio que nos provoca un dolor para el cual no existe medicamento alguno y que las mismas opciones al final de la historia serán solo paliativas, porque una vez más, la resolución del conflicto no está en uno mismo, en uno mismo está el cómo lo confrontamos, en cómo lo sobrellevamos, en cómo manejamos y superamos ese dolor intangible que nos oprime el pecho y que a veces en nuestra desesperación nubla nuestra inteligencia.

Para muchas personas la Meditación es un camino que les facilita la concentración, el enfoque, la liberación de la mente, la paz espiritual, para otros, tratar de meditar es hasta angustiante por la dificultad que representa el controlar los caballos desbocados de nuestros pensamientos por lo que la Meditación, no es lo suyo, lo que a unos les funciona, a otros definitivamente no se les da.

Imagen: Bekia Salud

La practica del Yoga o de Pilates es otra opción, y es fácil hablar de ello, quienes lo dominan a veces se erigen a sí mismos como los conocedores del todo y estando uno en una situación de vulnerabilidad en lugar de encontrar un camino, se encuentra en una situación deprimente, amén de que recordemos que nada en esta vida es gratis.

Incluso todos esos Conferencistas y Creadores de Métodos de Superación de tal y cual cosa, no son filósofos que estén compartiendo su sabiduría por los caminos de nosotros los simples mortales, no se sabe de uno solo de ellos que viva en la pobreza o que consulte gratis, todos ellos viven en la abundancia, así que asistir a escucharles puede bien estar fuera de nuestro presupuesto y aún con la presencia propagandística de estos “gurús” en Youtube o en Internet, son “guías” incompletas cuya finalidad es capturarte como cliente, así de sencillo el punto, es de entenderse que no van a regalar su tiempo y su experiencia pero las cuotas que cobran a veces rayan en lo extravagante.

Total que acabamos presentando opciones para nosotros los “no iluminados”, nosotros los simples mortales, y son quizás las opciones más obvias, las que tenemos a la mano e ignoramos, las que utilizaban nuestros abuelos antes de que surgiera todo este “boom” de la “espiritualidad” que ahora con tanto afán promueven personalidades como Oprah Winfrey, por mencionar una.

La primer opción es reconocer que la solución a tus problemas no está en tus manos, tú ya hiciste lo que estaba en ti hacer por lo cual es momento de que tomes un respiro y trates de enfocarte, si no en nuevos proyectos, en distraer tu mente para no agobiarte, de esa primera decisión que es la de no culparte a ti mismo porque las cosas no fluyen como quisieras surgen todas las opciones a tu alrededor, busca un buen libro que te presente una historia que haga volar tu imaginación a campos inexplorados, escucha música no estridente que te relaje y cierra los ojos y déjate llevar por las notas armoniosas que te brinden paz y no incrementen tu estrés, respira profundamente y exhala lentamente cuando sientas la opresión que la angustia y la ansiedad provocan, hasta que vuelvas a sentirte tranquilo. Toma un cuaderno y escribe todo lo que sientes, deja ese escrito por un par de días y vuelve a leerlo después, no tienes idea del bien que esto te hará para reflexionar y quizá cambiar alguna actitud que te esté afectando, distráete viendo películas de comedia y no de suspenso o drama, incluso ver caricaturas o leer historietas como Mickey Mouse, La Pequeña Lulú y hasta la Familia Burrón (que aun se pueden encontrar en algunos sitios) Mafalda, son excelentes distractores de la mente agobiada. Lee poesía y no te quedes en el limbo, busca a tus amistades, acércate a tu familia, rodéate de amor y ama todo lo que te rodea, ama tu ser y tu esencia, ámate a ti mismo, porque solo amándote a ti mismo puedes tener la capacidad de amar a quienes te rodean, no puedes dar lo que no tienes en ti. Verás que vas a descansar, pero no vas a desistir y esto que hoy duele, mañana será olvidado, como decía el personaje de Scarlett O’Hara en “Lo que el Viento se Llevó”…. “Mañana será otro día”.

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