Escribir sobre el Maestro Alejandro Schwartz Hernandez es un serio compromiso ya que es difícil -si no imposible- describir su larga trayectoria dentro de la Danza en México, en algunos países como El Salvador, Guatemala o Brasil y, específicamente, en el Estado de Veracruz, de donde es originario.
Hijo único de la pareja formada por el Sr. Boris Schwartz, de ascendencia rusa y judío alemana, y de doña Esperanza Hernández, indígena Otomí, su inspiración por el arte le llevó a estudiar inicialmente música en el Instituto Veracruzano de Bellas Artes, luego en la Escuela de Artes Plásticas de Veracruz estudió dibujo y pintura, de ahí pasó al teatro y finalmente a la danza, donde encontró su verdadera vocación.
Tenia tan solo 14 años cuando mostró su férrea determinación para dedicar su vida a una de las expresiones artísticas más delicadas, ya que para perfeccionarla se requiere talento, así como disciplina, perseverancia y trabajo constante, no sólo en el aspecto físico sino en el conocimiento de la Historia de la Danza y sus diferentes manifestaciones, desde sus orígenes, sus leyendas, sus tradiciones acordes a los países o los estados de donde surge.
Alejandro Schwartz encontró en su camino importantes y distinguidos Maestros que reconocieron el talento innato de nuestro entrevistado, en especial el reconocido Maestro Pedro de la Sota, dirigente de una de las dos Academias de Danza del Puerto de Veracruz, quien encauzó las inquietudes artísticas del entonces estudiante sabiendo que habría de ser en el futuro uno de los grandes personajes de la Danza y un innovador en las diferentes expresiones del arte escénico.
El camino emprendido hace mas de 50 años le ha llevado a participar no sólo como bailarín en un escenario, sino como coreógrafo y gran conocedor de la Historia de la Danza especialmente en su Estado natal, pasando por todas las manifestaciones dancísticas desde el Ballet hasta el Danzón y coronando su creatividad con la Danza Contemporánea. Estudiante de todos los géneros llegando al grado de manejarlos con maestría, se involucró igual en el área académica y administrativa. No terminaríamos de enumerar en tan corto espacio el currículum del Maestro; es casi imposible en cuanto a su paso por la Universidad Veracruzana, el INBA, el Ballet Clásico 70, la Compañía de Danza Clásica y del Ballet Contemporáneo de Xalapa. Premio Nacional de Bellas Artes de Coreografía y su función como Director de la Facultad de Danza de la UV, Director de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea de la Ciudad de México, Asesor y Director ademas de Centros Culturales.
Con su espíritu innovador fue Fundador del Grupo Independiente de Danza Contemporánea Módulo y co-Fundador del Centro de Información Documental e Investigación.
Narra el Maestro Schwartz que las presentaciones dancísticas del Grupo independiente de Danza Módulo no se limitaron a los escenarios teatrales, sino que fueron llevadas directamente a las comunidades, en particular a las escuelas, canchas, auditorios, salones, patios, etc. Ahí la vocación de danzar buscando siempre la relación con los públicos en todo tipo de espacios, recorriendo tanto los asfaltos, gravas y terracerías como por las duelas y tarimas en espacios formales y alternativos que se fueron convirtiendo en escénicos, para ellos en palabras del Maestro “la solidaridad social y la democratización de la cultura siguen siendo los ejes que animan su andar para continuar haciendo danza con pasión y contra viento y marea”.
“La danza es una pulsión de los seres humanos, no sólo tiene que ver con el hecho escénico sino con la expresión a través del cuerpo. Por eso hay mucha gente que hace danza en la vida cotidiana, y el Veracruzano es un danzante por antonomasia” expresa el Maestro Schwartz.
Uno de los eventos que dieron un giro a su vida fue radicar en la Ciudad de México en 1968, ya que a causa del movimiento estudiantil decidió unirse a la lucha de los jóvenes de la Academia de Danza Mexicana y de la Escuela de Arte Teatral del INBA. Participó activamente en las marchas, repartió volantes y asistió a las asambleas del Comité de Huelga en Ciudad Universitaria. Debido a un ensayo ya programado por la Compañía de Danza le fue imposible estar presente el 2 de octubre en Tlatelolco como lo había planeado. Estos dramáticos acontecimientos marcaron profunda huella en el Maestro Schwatz. El mismo se considera como parte de la “Generación del 68”, por lo que a través de su arte y, especialmente en sus coreografáas, da un relevante valor a la solidaridad y a la fuerza colectiva por encima del individualismo.
A la par de desempeñarse como bailarín en escenarios de alto nivel cultural, ya formada una familia que sostener, incursionó en presentaciones en cabaret, zarzuela y teatro hasta llegar a la comedia musical donde, dirigido por el reconocido actor y empresario teatral Manolo Fabregas, cantó y bailó en la puesta en escena de “El Violinista en en Tejado” y “El Hombre de la Mancha” entre otras.
Entre las influencias más destacadas para él fue la del Director del Ballet Clásico de Bellas Artes Job Sanders, de quien aprendió técnicas que a la fecha aplica en ballet o contemporáneo y a quien reconoce haberle dado mucha seguridad escénica. Tras la renuncia del Director Sanders, el Maestro Schwartz decidió aceptar una invitación como bailarín a una gira de “El Hombre de la Mancha” que duro un año en Brasil, aprovechando su estancia en ese país para presentarse en el Ballet de Cámara Stagium y tomar clases con Tatiana Leskova, maestra del Ballet. Municipal.
Tras su regreso a Mexico y observar las repercusiones de las dictaduras en distintos Países Latinoamericanos, la posición política del Maestro Schwartz tendía para la época hacia las ideologías de izquierda, lo que le dificultó su regreso a las Instituciones de Danza tradicionales, así que siguió activo en los escenarios teatrales,de zarzuela, comedia musical, cine y televisión. Fue entonces cuando recibió la invitación de Rodolfo Reyes para integrarse como bailarín solista del Ballet Contemporáneo de Xalapa de la Universidad Veracruzana, volviendo así a su Estado natal.
Una vez en Veracruz su vasta experiencia le llevó a la gestión administrativa como Director de la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana combinando sus actividades como bailarín, coréografo y gestor cultural amén de la fundación del Grupo de Danza Contemporánea Módulo, que desde mediados de los 70’s ha sido su enlace directo con el público en espacios no tradicionales. En 1992 decidió retirarse como bailarín ya que sus esfuerzos estaban enfocados, junto a directores de facultades de arte para que se construyera la Unidad de Artes de la UV, un logro que permitió espacios adecuados para las artes en general.
Gracias a su experiencia como maestro, administrador, bailarín, coreógrafo y director de grupo fue electo como el primer Director de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA que inauguró el Centro Nacional de las Artes en la Ciudad de Mexico, cargo que desempeñó desde diciembre de 1994 al año 2000, reintegrándose a su labor docente en la UV.
Inquieto por naturaleza, el Maestro Alejandro Schwartz siguió combinando sus trabajos como maestro, director y coreógrafo, amén de dictar conferencias y ocasionalmente volver como bailarín en papeles de especial relevancia a los que es invitado.
A su regreso al Puerto de Veracruz en 2007 asumió la Dirección del Centro Veracruzano de las Artes “Hugo Arguelles” del Instituto Veracruzano de Cultura y el Centro Nacional de las Artes. Más tarde regresó a la Ciudad de Xalapa y retomó la Dirección de Módulo, Danza Contemporánea, que en 2016 celebró el 30 Aniversario de su Fundación.
Como en un inicio se comentó, hablar de la intensa actividad del Maestro Alejandro Schwartz Hernandez requeriría de la extensión de un libro en que se pudiesen narrar cada una de sus memorias a lo largo de más de 50 años de trayectoria, pero el nivel del Maestro trasciende su propia esencia al legar a los jóvenes sus conocimientos, dedicarles atención y tiempo, enseñarles técnicas tradicionales y contemporáneas, abrirles espacios en todos los campos, mantenerlos actualizados y sobre todo mostrarles que el éxito profesional va de la mano con la sencillez personal, que la grandeza del ser está en el dar, que de nada vale el conocimiento si no se transmite, que de nada vale el talento si no se trabaja, que la mente, el corazón y el espíritu se deben centrar en la interpretación dancística una vez que se está en el escenario y que como interprete debe tener el compromiso de comunicar al espectador la magia del movimiento y de las formas.