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Siempre resulta evocador regresar al Sur de Veracruz, región pródiga en riqueza natural, multiétnica y cultural. En el pasado, alucinante tierra de oportunidades. Durante el esplendor de la Industria Petrolera Mexicana, PEMEX, la empresa paraestatal estrella, sería la principal apuesta para detonar el desarrollo nacional. El sueño se esfumó y la administración de la abundancia, terminó como un espejismo que el tiempo y la realidad hicieron desaparecer.

La familia y los recuerdos me mantienen conectado a esos pueblos del Sur del Estado, las imágenes de la bonanza e intensa dinámica social, captadas durante un corto período de grata experiencia, vienen de golpe a la mente, durante el recorrido por la autopista en un autobús de pasajeros. Iba al festejo de cumpleaños de Adela, mi Madre, que aparte de ser todavía un fuerte tronco que nos une en hermandad, merece nuestras mejores atenciones por su inconmensurable amor y su desbordante y contagioso ánimo por la vida.

Pero hoy ese prometedor territorio del País vive una dolorosa crisis, revelada crudamente en el estancamiento económico, la inseguridad y la delincuencia incontrolable, y quién lo dijera, hizo revertir el fenómeno migratorio, porque el clima del miedo y la incertidumbre, generados por las bandas criminales que operan impunemente, han provocado la salida de pobladores.

En ese desolador panorama contribuyeron, la drástica disminución de la actividad derivada de la producción petrolera, y sus consecuencias, como la falta de empleo y la depresión económica, que hicieron de la región terreno fértil para el crimen organizado.

En esta temporada incierta y de polarización, se necesita afianzar los vínculos familiares y dar muestras a los hijos de unidad, solidaridad y gratitud. La violencia desatada por intereses y ambiciones que atentan contra la vida y los valores humanos, están escalando hasta los más atroces actos de barbarie, como las guerras y la lucha entre grupos de poder en el mundo, ocasionando inestabilidad y un grave daño al sensible tejido social.

Ningún gobierno salvará al mundo, tampoco esperemos que venga un superhéroe a rescatarnos del caos y la destrucción, menos los paladines de las ideologías o modelos económicos imperantes, serán las mujeres y hombres de bien, la sociedad plural, diversa, tolerante y unida por los más elementales valores humanos, la que asuma la responsabilidad de su desarrollo y destino.

La humanidad no necesita héroes y ejércitos de salvación para enfrentar enemigos imaginados o fabricados con propósitos perversos. Necesita ciudadanos responsables y comprometidos con la sustentabilidad del planeta, nuestra casa común. También se requiere privilegiar el humanismo y la paz en cualquier forma de convivencia social, para darle fuerza y significado a la esperanza colectiva de vivir en un mundo mejor.

Esa misma, es la esperanza de los habitantes del Sur de Veracruz y la República, de ver pronto el final de esta etapa de incertidumbre, que frenó el crecimiento de una de las regiones con mayor reserva de recursos naturales. Por eso, son de interés público y están en la mira de los mexicanos, los proyectos de la Refinería de Dos Bocas, en Tabasco, El Corredor Interoceánico Istmo de Tehuantepec, que unirá el Pacífico con el Atlántico, y el Tren Maya, los cuales deberán impactar en el desarrollo del Sur – Sureste, históricamente rezagados del resto del País. Hasta la próxima.

Soy Clarividente
La niña de la hacienda (parte 1)

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