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Bajo las nubes tóxicas que exhalan las guerras mediáticas y la insana desinformación en el ambiente, es mejor permanecer a resguardo en casa, en la quietud del hogar y a salvo de los malos aires que nuestras queridas mascotas se encargan de alejar, en señal de lealtad y amor a quienes les dan seguridad y cobijo.

En esta nueva versión del País, la visión de muchos se empaña por las imágenes que pululan y retórica de los mexicanos y no mexicanos que se niegan o resisten a evolucionar, a aceptar que los cambios llegan y debemos adaptarnos sin mezquindad, sin desencadenar irritación ni odios, con tal de fortalecernos, crecer y consolidar a México como la gran Nación que todos queremos y nos merecemos, sin que suene a cualquier manoseada frase aspiracional o nacionalista.

En los días de los últimos dos años, se nos ha ido el tiempo y la vida entre los esfuerzos por la sobrevivencia y resiliencia, también dicen ahora, y los debates o discusiones derivadas de declaraciones y actos de nuestros histriones de la escena pública y el medio artístico. Cualquier situación o torpeza verbal de un personaje del gobierno, de la política o de la farándula, se convierte en apetitosa materia prima para abrir o inaugurar un nuevo frente de confrontación.

Para algunos son solo cortinas de humo o distractores, a otros les sirve para incentivar la animosidad que alimenta la polarización.

El tema es los de menos, el objetivo parece ser el mismo.

El retiro de la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Los festejos por los doscientos años de la Independencia Nacional; la investigación a un grupo de científicos, académicos y exfuncionarios del CONACYT, por el desvío de recursos públicos; la iniciativa Presidencial para la Reforma Eléctrica; y el regreso de la vieja discusión sobre la despenalización del aborto, que cobró vigencia otra vez por una resolución emitida recientemente por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, entre otros asuntos candentes y polémicos.

Homogenizar a las sociedades, está probado, no edifica mejores pueblos ni les garantiza la paz y el desarrollo.

Las crisis de las ideologías y sistemas económicos preponderantes en las últimas décadas, el capitalismo y el socialismo, sirven de muestra y aprendizaje para el mundo. La humanidad evoluciona, lo mismo que las condiciones y circunstancias en las que vive.

Eso, también se observa en las variaciones geopolíticas en los últimos cincuenta años y en las nuevas formas del colonialismo, que ahora ya no es territorial, sino comercial y hasta cultural, porque los Países creadores y productores de las nuevas tecnologías, están imponiendo modelos y patrones de vida y convivencia, a través de la rápida expansión del uso de los dispositivos electrónicos móviles.

La migración a los sistemas digitales, provocaron un vuelco en la comunicación y las relaciones humanas.

Las redes sociales acabaron con el silencio y aislamiento de personas y comunidades, convirtiéndose en una vía directa para la libertad de expresión.

Poco a poco serán revelados secretos guardados, antes inconfesables, y en el presente, será difícil tratar de enmascarar o esconder información destinada al dominio público.

A mayor transparencia, más aceptación y legitimidad de ciudadanos y gobiernos. Eso se necesita en las naciones Latinoamericanos, la mayoría en el caos y la violencia que amenaza con perpetuarse.

Se requiere menos retórica estridente y más disposición para el trabajo en grupo y el bien común. Hasta la próxima.

https://laredaccion.com.mx/gracias-a-un-gobierno-con-el-que-tengo-desacuerdo/estrella-cisneros/
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Tal vez, algún día seremos
Emilio Licea, experiencia y talento en difusión cultural.

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