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Vuelvan en la forma que ustedes quieran pero regresen…, para  darnos un abrazo o me den un regaño.

Cuando puedan, vuelvan un ratito aunque sea; tú hace muchos años que te fuiste y, aunque no siento arrepentimiento, me dará mucho gusto saber que un instante sanaría todo lo que no pude decirte, como por ejemplo: “saber que te hizo desistir de volver a casarte y tener otro hijo”; en cambio, contigo que apenas son casi dos años de tu partida, no me debes ni te debo nada y, para mí sería hermoso poder verte aún con todo tu machismo por delante, pero con esa mirada que me decía: “nunca nadie me dijo cómo ser padre, bien o mal aquí estuve con todos ustedes”.

Para ambos que ya no están, un instante sería lo suficiente como para mirarles a los ojos una vez más y tomar sus manos, para recibir sin importar su abrazo o su regaño.

Si pueden, vuelvan sin avisar, no es necesario saber que vendrán, siempre han estado en el pasado, presente y desde ahora en el futuro.

Si viene pueden llegar de puntitas y sin hacer ruido o tirando el vaso de la veladora que estaré pendiente de levantarlo y, sabré que nuestro instante llegó y se fugó.

¡Oh!, si así lo desean por la mañana o por la noche; llegar los dos al mismo tiempo o, como desde siempre -cuando así lo decidieron-, cada uno por su lado.

A cualquier hora, en cualquier estación del año, en cualquier lugar.

Por mi parte, siempre les espero, me gustaría verlos una vez más.

Y es que a pesar de vivir en el Mar Caribe, de repente hace frio y si es lunes, me da por querer sentir el abrazo que colma de paz y tranquilidad a eso llamado alma.

Ustedes, lo saben todo…, pero quizá no han percibido que me hace falta verles.

Por eso les pido… vuelvan, en forma de mariposa, pero visiten la casa.

Les prometo que no voy a llorar y que no intentaré retenerles.

Simplemente, quiero ver la sonrisa de cada uno tan solo una vez más… ya ni siquiera el abrazo o el regaño de cada uno.

La sonrisa de cada uno y poder verla, sería lo más valioso, pues es así como los recuerdo y, también para poder cerrar ese hueco en mi pecho por dónde salen los suspiros, los recuerdos, las palabras no dichas y los abrazos no dados.

Con tan sólo una señal que den mi pecho se recompone y, podré sellar todas y cada una de las fisuras que su ausencia provocó; ahora mismo al redactar lo anterior, estoy seguro que hasta las ausencias de los vivos sanaré.

Vuelvan con un abrazo o sin el; con regaño o sin el; en tanto, les prometo dejarles ir con una sonrisa en mi rostro, y quedarme con la sonrisa con que les recuerdo.

Y entonces, sabremos que nos hemos despedido como se debe.  Y, cada vez que vuelvan en mis sueños, es porque ustedes han decidido dar una vueltita y, después regresar ahí a su lugar.

Entonces, de dónde se escapen, recuerden que no deben traer nada para mí, ni para ustedes; pues solos estamos cada uno por su lado, y no necesitamos más que una sonrisa. Ni el abrazo, ni el regaño .

José  Antonio Cabello Nieto, vivo la vida al máximo. Me encanta todo tipo de música. Soy conservador y me gusta lo delicado y sencillo de la vida, las complicaciones me rompen la cabeza, aunque a veces tengo algo de masoquista.

Nunca he tenido una mascota propia, por falta de tiempo para su atención. Aunque, adoro el agua y todo organismo que en ella vive, menos a las aguavivas y los tiburones. También, el campo y su olor, la brisa fría y la tranquilidad que en el se respira.

Finalmente, no tengo nada que ocultar, por lo que me expongo tal y como soy ante ustedes.

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