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-Tal vez no es el momento ni la hora ni el día, tal vez nunca son los momentos ni las horas, ni los días- cada vez que la visitaba me solía repetir lo mismo, me recibía con esas palabras como una especie de saludo, reproduciendo la misma frase constantemente.

Yo solo podía limitarme a tener un gesto de sorpresa y de intriga, por querer saber de dónde lo había sacado o si eran sus propios versos que nacían de ella, pero, cada vez que le preguntaba, sus únicas contestaciones a mis preguntas, solo se limitaban a una simple oración, sin mucho que decir, sin demasiadas vueltas que dar.

-No recuerdo, tal vez las pude haber leído de algún libro o de una canción o posiblemente alguien me lo dijo, sabes que no soy buena para crear palabras o refranes, yo misma me llego a trabar en mis ideas- cuando me lo mencionaba, ya sabía que eso era lo que iba a decir al igual que los gestos pensantes que hacía, frunciendo el ceño para dar al final con un toque de risa sarcástica, y yo, solo me limitaba a tener una risa nerviosa, agachando mi cabeza de un lado a otro.

En ese instante que me dijo su mítica frase, me decidí a sentarme en su “trono de mal”, así llamaba a su silla tipo gamer, muy cómoda a la hora de sentarse, mágicamente y sin muchas explicaciones, con solo recargar tus brazos en los brazos de la silla sentías un poder mágico, un poder de fuerza que recorría por todo tú cuerpo, como si fueran vibraciones, dándote el sentimiento de poder.

Cada vez que la veía, a la hora de decir algo o de explicarme sobre algún tema, mi mirada se centraba en los movimientos que hacía, en su mirada tan expresiva que era notorio a largas distancia, y me hacía pensar en cómo no enamorarse de ella, cuando era única, cuando sus pensamientos eran incógnitas grandes por explorar, como si de una mina de oro se tratara, mis ojos se perdían en sus ojos, esos profundos ojos negros, esa bonita sonrisa y ese pelo pintado color rojo; la mayoría de tiempo se le alborotaba, teniéndolo esponjado, cuando decidía tocar su pelo, se podía sentir lo sedoso que era, y el grosor de cada uno de sus pelos (a presar de que negara la bonito de su pelo), todo eso me encantaba.

Y, ella sabía cuándo me perdía en su mirada, en su completo ser.

Estaba enamorada de ella, me fascinaba su forma de razonar, su forma de contar historias, cada palabra que decía, cada pensamiento que expresaba, me generaba en mí, grandes ideas, motivada a mis inspiraciones.

Estar con ella los minutos se pasaban muy rápido, pero cuando la admiraba se me hacían eternos y a la vez era triste, siempre se me olvidaba cargar conmigo una libreta, lápiz, grabarla era difícil, detestaba su voz; -Lo olvidaste de nuevo, sabes que no me gusta que grabes mi voz, no me gusta mi dicción, me molesta, ¡¿La haz escuchado?!, es horrible, escucharla es tener que igualarla a gatos muriendo o como si un taladro eléctrico atravesara la pared o a lo mejor sea idéntica al chirrido irritante que hace el unicel, ahora, ¿imagínate el sufrimiento que ha de sentir alguien al tener que oírla?

No podía entender el mal que se hacía con esas palabras tan duras, que lastimaban, y, ella lo sabía, su mirada cambiaba y su energía motivadora se hacía pequeña,

¿Era correcto ser tan despectiva consigo misma?

<Tic,tic,tic>, escuchaba ese sonido, como si estuviera tocando con las puntas de las uñas el soporte de una mesa o con algo puntiagudo, pero no lograba adivinar que era a pesar de que percibía ese sonido, hasta que escuche su dulce voz la que me hizo regresar en la perdición que me encontraba por culpa de mis pensamientos. -Oye no crees que ya tienes que irte, ya es tarde- La vi parada enfrente de mi con su mirada de enojada y apurada a que me fuera, sin saber el por qué. Mire el reloj, veía como pasaban los segundos, percatándome que ni siquiera había pasado una hora de mi llegada, pero quería mi partida, tenía curiosidad de su insistencia, nuevamente mis preguntas no iban a recibir contestación alguna, decidí irme.

Tome mi bolsa, me pare de la silla, camine, voltee para despedirme de ella, en ese momento que mi mirada la empezó a buscar, se había marchado, sin dar aclaraciones, solo se esfumo como una brisa fría de otoño, solo pude agachar mi mirada, sentía un ardor en mis cachetes, un gran nudo en mi garganta, tragar saliva me costaba pero aun así, lo hice, tome la cerradura de la puerta para salir, en ese instante no sabía a donde ir, no tenía ningún rumbo programado, pero decidida, voltee de reojo y ahí estaba, mirándome enojada, sentía esa incomodidad, una culpa enorme me invadía y no encontraba la razón, camine y cerré la puerta.

Todo lo que había pasado se volvió melancólico, una profunda tristeza invadía mi cuerpo, sentía que mi alma me pesaba, sentía que todo para mi era una carga muy grande, sentimientos esfumados, volvieron otra vez en un cerrar de ojos, sin saber como sin saber porque.

Solo pensaba en ella y en el amor que sentía y en la paz inmensa que me daba,  en todas las veces que me ayudaba a seguir adelante, en todas las veces que llegaba a ser mi confidente, donde me brindaba pensamientos de consuelo ante mis crisis energéticas de zozobra estruendosa con sus simples murmullos de sosiego. Pero siempre me dejaba agotada, siempre me dejaba en ruinas mi seso, oliendo a pútrido, yo solo quería huir, esconderme, ya no podía más, no podía soportarla.

Corrección, amaba.

Solo seguía los pasos que daban mis pies, solo los seguía, por fuera podía sentir que solo era una persona deambulando, decidida al lugar donde iba, decidida a todo, pero sin darme cuenta, volví al principio de donde estaba, volví a ese lugar estruendoso, volví a donde la penumbra se hacía cada vez más y más grande, no veía nada, pero a la vez si veía.

Nuevamente escuche su voz, la escuchaba, mi cuerpo se paralizaba, me sentía estresada, mi cuerpo fallaba, los pulmones no respondían, respirar me costaba trabajo, el corazón se aceleraba, pensaba y tenía presente que iba a fallar, mi juicio presentaba fallos, las gotas que se formaban en mis ojos, resbalaban por toda mi cara, mentalmente sentía mi fin, físicamente, presentía que iba a morir, todo estaba fallando, que podía esperar.

La vuelvo a escuchar

La vuelvo a sentir cerca

Siento sus respiraciones pausadas

Cierro los ojos aprieto fuertemente y a la hora de abrirlos estaba ahí parada, con una mirada penetrante, con esa sonrisa de oreja a oreja, maldad, el entorno era pesado, y, ella era perversa a mi sufrir que generaba.

-ESTAS AQUÍ, HAS VUELTO, ME HAS TOMADO, ME HAS ELEGIDO A MI, YO SE QUE TE PERTENEZCO, Y, TU MUY BIEN SABES QUE CONMIGO SEREMOS FELICES, QUE TU Y YO SOMOS UNA, QUE TU Y YO, PERMANECEREMOS HASTA LA MUERTE Y HASTA NUESTRA PERDICIÓN-

Solo quería callarla. Mi cuerpo me dolía demasiado, mis ataques se volvían constantes y solo pensaba en callarla; -Me estas arruinando, estas arruinando mi futuro, solo quiero que me dejes en paz, que no vuelvas, solo quiero eso-

Mi cabeza empieza a dar vueltas constantemente, atosigándome, respirar es un tedio, el aliento se me acaba, las penas son dimensionales, mi cerebro escurre, mis pulmones se oprimen, poco a poco un hormigueo recorre mi cuerpo, concentrándose en mi pierna y brazo, poco a poco puedo moverlos, no puedo decir nada.

Mis ojos se abren completamente, cierro mi puño y comienzo a pegarle para que se calle para que me deje en paz, para yo poder pensar, abro mis ojos, veo a mi alrededor, mi respiración se escucha agitada, todo se ve borroso, mareada me siento, la textura antigua con colores café y negro ya no se ve, una luz tenue ilumina mis ojos, veo paredes verdes, encuentro un ropero con espejo, me veo a mí, mirada asombrada, a la única que estaba dañando era a mí, como siempre, otra vez, lo volví hacer.

La voz indomable
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