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La violencia de los hombres en contra de las mujeres, cada vez se vuelve más peligrosa e intensa. Las féminas están tratando de quitarse el yugo patriarcal, que por tantos años las han sometido desde esos hogares tan maltrechos.

Ahora las mujeres están peleando por un lugar dentro de las empresas, donde no las vean como un instrumento sexual, sino como las merecedoras de puestos inclusive a nivel ejecutivo. El camino se está volviendo ríspido con tintes de intolerante, donde los hombres se sienten agredidos en su masculinidad, al ya no ser los proveedores naturales, porque muchas mujeres les están quitando ese título, ahora ostentándolo ellas dentro de esta sociedad, que se niega a darles ese justo reconocimiento.

A base de ovarios el sexo débil, ya no quiere serlo nunca más, porque se han dado cuenta de sus infinitas capacidades, para obtener reconocimiento en su lucha de liberación femenina. Aunque muchas de ellas han confundido liberación con libertinaje, tratando de pagarles a los hombres con la misma moneda, después de haber soportado por tantos años humillaciones y traiciones de los machos, porque según ellos eso estaba permitido hacerlo en su calidad de libertinos, siempre en la cacería ininterrumpida por conquistar a una gran cantidad de mujeres.

La equidad de género ha inundado la vida pública, donde en los gobiernos tratan de dar oportunidad tanto a hombres como mujeres en igualdad de condiciones.

En el congreso de la unión en el poder legislativo, en las dos cámaras: la de diputados y la de senadores, pueden verse a las mujeres siendo protagonistas, donde tratan de dar oportunidad a mujeres y hombres, con equidad y justicia por igual.

Las mujeres resignadas y sumisas todavía se mantienen en algunas poblaciones, e incluso en matrimonios destrozados, donde aún se obligan a seguir juntos, porque no quieren darle a sus hijos, esos tragos amargos de una separación. Y porque en algunos casos las mujeres no quieren integrarse a la vida laboral por temor, y porque eso sería algo nuevo para ellas, teniendo una mayor carga de trabajo fuera y dentro del hogar.

Este es el momento de las mujeres, y ellas lo saben, pero deben de platicarlo con sus parejas, de manera tranquila y relajada, poniendo las reglas muy claras, para no desatar la furia de esos dueños indiscutibles de sus vidas en el pasado.

Por eso es que la violencia familiar se manifiesta con un cierto grado de peligrosidad.

Porque los hombres no quieren aceptar ese nuevo paradigma, y entonces tratan de evitar a toda costa salirse de sus esquemas preestablecidos, ejerciendo violencia cruel y despiadada en contra de ellas, para tratar de quitarles las ganas de liberarse, de esos yugos esquizofrénicos de algunos hombres convertidos en machos violentos y golpeadores.

Vale la pena comentar que en las empresas existen lobos rapaces, amparados por la estructura jerárquica, donde acosan sexualmente a sus subordinadas tratando de obtener sus favores, para ascenderlas en puestos de mayor relevancia, por el simple hecho de enredarse en relaciones malsanas con sus jefes.

Es muy complicado este tema sobre todo para las mujeres, quienes no encuentran las respuestas adecuadas para liberarse de sus machos. Pero deben de hacer un alto total en el camino, para analizar sus infinitas posibilidades, tratando de no salir perjudicadas en este su andar pedregoso de la liberación femenina.

Hombres apoyen a sus mujeres, siéntense a platicarlo, dejen de ser infieles, porque si no lo hacen, seguiremos con esos conceptos erróneos de: “La Mujer Liberándose y el Hombre Encerrado en su Propio Libertinaje”.

La bruja Jesusa
El fantasma del colgado

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