El día que supe que no me querías

Fue un martes el día que supe que no me querías, de hecho, me di cuenta de que probablemente nunca me habías querido. Preparé mi café como cada mañana en la cafetera que me regaló mi mejor amigo en mi cumpleaños. Cuando estábamos juntos lo primero que hacía al despertar era preparar café para ambos.

Llevábamos un par de semanas separados, pero aún tenía la esperanza que la separación solo fuera temporal. Luego vi que me habías desbloqueado de Facebook y me di cuenta de que el mismo día que te eché de casa, fue el mismo día que formalizaste tu relación con esa chica de la que siempre sospeché. Fue entonces cuando lo supe, nunca me dijiste ni una sola verdad.

Tú nunca me miraste como si fuera la única persona en el mundo capaz de darle paz al caos que era tu vida, jamás me quisiste más que a tus viejos discos de Led Zepellin.

Darme cuenta de que no volveríamos a estar juntos porque no me querías fue doloroso. Te quise mandar un mensaje, reclamarte cualquier cosa, hacerte sentir tan triste y miserable como me sentía yo, pero es imposible hacer sentir mal a una persona cuando no le importa en lo absoluto quien dice las cosas.

El día que supe que no me querías, no pude disfrutar mi café, se me quemaron las tostadas y el huevo estrellado terminó siendo un huevo revuelto. No entregué mi tarea de literatura porque estaba demasiado triste para escribir mi ensayo. Fumé como una desquiciada porque me dio un ataque de ansiedad antes que siquiera fuera el mediodía.

Ese día también me emborrache antes de la hora de la comida y no visite a mi madre. Tampoco salí a caminar al parque ni fui a ver el vivero.

El día que supe que no me querías también supe que la única razón por la cual no te ibas de mi lado era por la relativa estabilidad que le brindaba a tu vida tan caótica, que todos tus “te amo” solo habían sido palabras vacías que habías dicho para tratar de convencerte a ti mismo de que eran verdad.

El día que supe que no me querías, morí. Fue el día que descubrí que no era cierto que tus palabras me hacían volar al arrojarme de aquel puente.