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Cuando un bebé duerme, los querubines lo invitan a jugar con ellos sin sacarlo de su cuna, sus almas son tan puras que se hablan de igual a igual y casi siempre aceptan el convite gustosos. Al momento se encuentran jugando en un primoroso jardín donde todo es verdor y frescura. Bandadas de mariposas multicolores revolotean a su alrededor fascinándolos con su grácil vuelo y múltiples tonalidades. Como es natural en los bebés, siempre quieren tomarlas entre sus manecitas, pero ellas siempre son más rápidas.
Como los bebés aún no caminan, los ángeles les toman de la mano para jugar a la ronda, cantan coplas alegres caminando en círculo, hacen reverencias y aplauden felices


Como los angelitos son muy inteligentes y nada envidiosos muchas veces les improvisan alas temporales que confeccionan con jirones de nubes desbaratadas que vuelan bajo; crean una armazón con ramitas y los afianzan con hilos que les regalan algunas buenas arañas tejedoras, así los bebés pueden sentirse como ellos por unos momentos, ya que sólo sirven para vuelos cortos, más que nada los ayudan a moverse con agilidad en el prado.
Corriendo se persiguen unos a otros sin cansarse nunca, aunque de vez en cuando se detienen a contemplar algún insecto de color brillante o se recrean escuchando atentamente a los pajarillos cantar en las ramas de frondosos árboles.


A veces juegan a esconderse, gateando por el pasto fresco se apresuran a ocultarse detrás de unos arbustos, escuchan que los querubines los llaman por su nombre buscándolos y entonces se llevan las manos a la boca tratando de ahogar una risita estruendosa que pueda delatar su posición y cuando son encontrados emiten grititos de felicidad dando rienda suelta a sus carcajadas.


Cortan flores de todos tamaños de aquí y de allá; las hay color violeta, azules, rojas, amarillas, blancas, hasta formar hermosos ramos policromados que se obsequian mutuamente ruborizándose con sendas sonrisas de inocente felicidad.


Uno de ellos se le acerca y murmura a su oído frases cándidas en un lenguaje que sólo ellos entienden y luego todos ríen juntos. Y la risa de todos resuena en su mente infantil haciendo eco en sus oídos, y en su cuna nosotros se les puede ver sonreír con dulzura mientras los contemplamos dormir serenamente.
Por eso los papás que saben esto siempre que hacen dormir a sus pequeños les han de desear “Que sueñes con los angelitos, bebé”.

Abrazos
El retrato de mi abuela

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