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Yo era tan joven, tan ingenua e inexperta, que me convenciste fácilmente con tus cuentos de hadas, de palacios y valientes caballeros… Engañar es fácil. Dijiste que me rescatarías de aquel  castillo de piedra, que por mí lucharías contra cualquier dragón, hechizo de malvada bruja, ogro o maleficio… Nada de eso fue verdad.

Me presentaste una hermosa carroza tirada por hermosos caballos blancos, y yo, con mis zapatillas de cristal, no dudé ni un momento en salir corriendo para estar a tu lado.  Corrí tan fuerte que no supe en qué momento se rompieron mis zapatillas, sólo supe que ya no podía caminar porque mis pies no dejaban de sangrar, igual que sangraba mi alma y el corazón de la gente a la que estaba dejando atrás.

Me juraste que eras un príncipe encantado, que lo único que necesitabas era una noche de amor a mi lado para que juntos pudiéramos viajar por el mundo y que me enseñarías a vivir con libertad.  ¿Cómo pude creer tal promesa de los labios mentirosos de un prisionero atado al grillete de sus vicios, inseguridades y miedos?  ¿Cómo fue que me dejé engañar?

Y entonces, con la primera bofetada me hiciste reaccionar, la carroza era una calabaza habitada por ratas, no habia ningún palacio a dónde ir, y tú un horrible sapo hinchado de veneno, que lo único que buscabas era una cenicienta que te sirviera de meretriz y esclava, sin ningún derecho por exigir.

Una noche, aprovechando la inconciencia en que te sumió el exceso de tus vicios, decidí huir de ahí.  No sé porque no lo hice antes, sólo el miedo me obligaba a estar ahí, y la cadena con que me amenazabas, es una cadena que aún ahora, solamente te ata a ti.

Ya pasaron muchos años desde aquel día en que huí de ti, pero me traje el recuerdo, los miedos y remordimientos que por tanto tiempo no me dejaron dormir.

Te maldije una y mil veces, pensé en mil maneras para vengarme de ti.  Cada vez que quise hacerte daño, sólo me lastimaba más a mí.  Desesperada, quise aventarte un zapato, y fue cuando descubrí, que aún tenía puesta una de las viejas y fracturadas zapatillas de cristal. Me sentí tan tonta e ingenua, como cuando siendo joven me dejé engañar por ti.

Fue tan fácil hacerla pedazos, fue tan sencillo deshacerme de ella y así, finalmente, desligarme de ti… Entonces pude recuperar la estabilidad en mis pasos.  Decidí perdonarte y no quiero saber más de ti, decidí perdonarme y dedicarme a ser libre y feliz…

Levanto la vista al cielo, y veo el rostro de mi padre sonreír, mientras me dice orgulloso, que siempre creyó en mí y sabía que finalmente lo iba a conseguir.

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  1. simplemente mi apasionada Estrella Cisneros una magistral historia actual, a la vez que la versión rompedora de un cuento que la mitad de las veces termina por humillar y maltratar a la mujer no concediéndole como en el cuento lo que en realidad por ser el maravilloso ser que es; lo que por destino le corresponde.
    Me ha encantado esa triste y real versión de un cuento desencantado.

    • Modesto, muchas gracias por tu comentario y por leerme.
      Me alegra que hayas disfrutado esta versión, pues finalmente es la historia real de muchas personas (hombres y mujeres), que por algún motivo, no se han atrevido a volar.