Hatchie
Se agradece la nostalgia, pero no encontramos en el LP debut de la australiana más que una continuidad poco afortunada de lo que trajo su EP del año pasado.
El disco trae un dreampop muy dulce y conecta perfecto con los tonos de la de Queensland, pero no hay un aporte musical que le distinga de lo que hemos escuchado en cuanto a lamentos pop se refiere.
Lo que más atrae son las referencias a esos modos de antes de hacer este pop de ensueño, magnificados aquí a modo de homenaje, discreto, pero homenaje al fin.
Madonna
La otrora reina del pop le apostó a la segura, por eso entrega un disco que tiene de todo, de modo que no podía fallar: algo tenía que gustarnos ante la mezcla de ritmos y melodías tan diversas una de otras. Pero sí hay un hilo conductor, uno bastante claro que nos recuerda al viejo espíritu de Veronica Ciccone: las ganas de transgredir.
Con el afán de agradar a todos los públicos, la apuesta es un caleidoscopio de ritmos que se unifica rescatando las peticiones de igualdad y respeto que han exaltado otras bandas y solistas con anterioridad, pero que toman un nuevo giro cuando Madonna los hace suyos para llevarlos a rincones donde no se habían escuchado.
Es y no es moda. «Es» porque es notorio que, una vez más, la intérprete quiere adaptarse a los nuevos tiempos, pero «no es» porque es lo que esta mujer ha hecho durante toda su carrera: incomodar cantándole a lo que cree es correcto y señalando lo injusto.
Porter
No es que renieguen de su pasado, es que tratan de convertirse en algo más. Por eso la agrupación ofrece un abanico de los pleitos que enfrentamos a diario con nosotros mismos. Sus «batallas» son las mismas que libramos con los temas de siempre: el amor, el tiempo, contra la máquina…
Es significativo que para iniciar esta «lucha» se preocupen más por la construcción de un concepto, lo que es visible ante la falta de un sencillo que distinga o sobresalga para darle rostro a este trabajo.
Los de Porter eligen enfrentarse contra ellos mismos y aunque los sintetizadores abundan, cual es costumbre en la banda, este modo de salir de sus zona de confort es gratificante, y a la vez necesario, pues parece que poco queda de aquella dulzura de sus inicios: ahora se reinventan peleándose con su pasado.