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Muchas personas pierden cosas, pierden empleos, pierden sus casas, pierden a sus seres queridos e incluso hasta su propia dignidad, yo solía ser un tipo exitoso, contaba con un empleo envidiable en una escuela preparatoria, mis ingresos eran excelentes, todo discurría de manera cotidiana y normal, incluso al estar adherido a una fracción sindical consideraba que no necesitaría más que eso; pero un día por azares del destino y una serie de errores cometidos perdí mi trabajo con todos los beneficios que este implicaba, sentí que mi mundo se había derrumbado y que ante tal caída me iría hasta el fondo. Viví en una depresión constante durante varios meses ya que no encontraba que hacer, viví lo que Melody Beattie, escritora estadounidense, llama ‘el proceso de la pena’.

Según los especialistas en el tema se dice que la perdida de algo suele ser un evento que por su naturaleza es siempre inesperado y que por tanto conlleva a un estado de depresión latente; de este modo, cuando pierdes un billete de amplia denominación, cuando pierdes a tu mascota, cuando pierdes tu trabajo o en casos más extremos cuando muere tu esposa, alguno de tus hijos o tus padres, los seres humanos reaccionamos anímicamente con una respuesta de ‘duelo’ o ‘proceso de pena’. ¿Qué conlleva este proceso? Según los especialistas de la salud mental ante la pérdida se tiende a pasar por las siguientes etapas:

  1. Negación

Cuando perdí mi empleo estaba incrédulo, sentía como si todo eso que pasaba era como un mal sueño, me hacía preguntas como: ¿Por qué a mí?, ¿A caso si merezco esto? ¿En verdad está pasando? Y a su vez me negaba a cambiar de repente mi estado cotidiano, me decía a mí mismo que esto no podía estar pasándome, es decir negaba mi burda situación.

  • Ira

Es la etapa del mal humor, una vez que te cansas de negar tu situación procedes a buscar culpables de tu estado actual, tratas de incriminar a muchos de los que te rodean en un ambiente de repudio y de ensimismamiento, sin analizar el contexto, tus reacciones suelen ser agresivas y a veces violentas.

  • Regateo

Creí que con hacer siempre bien mi trabajo, con ser congruente entre mi profesión y mis aspiraciones lograría siempre ser ejemplo de constancia en mi empleo, pero no bastó y lo perdí, le recriminé a Dios que yo no merecía estar en esa situación, recriminaba a quienes exigían mi renuncia el que no contaban todas las cosas buenas que logré y me recriminaba a mi mismo la estupidez cometida para haberlo perdido todo de tajo. Esta es la fase del regateo.

  • Depresión

Es la etapa de la tristeza de la desolación, cuando ya te das cuenta que de nada te sirve quejarte, enojarte o regatear porque a pesar de eso tu situación está latente y sin cambios favorables, te hundes en ti mismo, percibes una terrible zozobra y culpa u otras emociones negativas con las que te identificas. Es decir te deprimes.

  • Aceptación

Es la parte culmen del proceso, cuando perdí mi empleo y pasé por las etapas anteriores no me quedó más que revirar en mi situación actual, no pude hacer mucho para conservarlo y debía aceptar que lo había perdido y que ya no volvería, cosa difícil pero que me permitió ver con más claridad el terreno que pisaba en mi nueva realidad. A esto se le llama aceptación.

Así que, estas son las etapas del ‘duelo’ o ‘proceso de pena’ por la cual muchos hemos pasado, la premisa aquí es que cada individuo tiene su propia visión de su asunto, y en su caso se puede estar saltando de una fase a otra sin control alguno; es aquí donde entra el trabajo del terapeuta para reeducarnos a controlar nuestras emociones. ¿Acaso perdiste algo?

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