Helado Negro
El ecuatoriano Carlos Lange se centra en su pasado para hablar con nostalgia de un futuro idílico en un trabajo que derrocha tristezas de un modo bohemio que encanta.
Hay muchas piezas que se cantan como un susurro, como una confesión, con el temor de ser descubierto con la fortaleza suficiente como para decir «éste soy yo, el café, el perseguido».
El disco es una mezcla de ritmos que representan la amplia variedad de voces de los hijos de migrantes que enfrentan a un Estados Unidos cambiante, a la defensiva. Nos enfrentamos entonces a un álbum «tierno» que sirve como espejo a un joven que quiere vivir en paz.
Brant Bjork
Lento pero sutil, como un mantra. Así es el compendio de canciones del californiano, una extensión de su esencia «desértica», con imágenes de extensos páramos llenos de nada, más que sol y alucinaciones.
Prácticamente instrumental, son más de 45 minutos de «jamming», de un stoner sabroso que va más allá del acompañamiento psicodélico, es un proyecto ambicioso que persigue «sediento» crear magia. Y aunque no lo consigue del todo, es un bloque preciso que consigue relajarnos si nos dejamos llevar.
El rescate de lo que hizo en su álbum debut en solitario aparece maximizado en cada rasgueo de guitarra.
Mark Ronson
Si algo tiene este productor es que sabe leer perfecto las tendencias y sacar provecho de ellas. Es quizá por eso que los discos firmados con su nombre son muy diferentes entre sí, pero hay algo que siempre los une: el sonido del momento.
Ahora lo hace con la música disco, pero el formato más relajado de ella. Ya lo exploró con Bruno Mars y ahora apuesta por mezclas más poperas, con ánimo de conquistar los charts, el camino sencillo, pues.
En esta última aventura encontramos el lado más «vendedor» del británico, un disco que no le costó el esfuerzo de anteriores pues tiene muy claro qué quiere ofrecer y el empaque en el que lo entrega. Para pasar el rato es muy disfrutable, pero intrascendente.
