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En los últimos años, casi en todos los rincones de nuestro país se ha vivido un incremento en los niveles de violencia, desde los asaltos a mano armada en casas, negocios, en la vía pública, en el transporte público y hasta delitos más graves como la extorsión, la violencia de género o el secuestro. Todos ellos con historias complejas y desenlaces fatales en algunos casos, que no se desean para nadie más.

Es raro, encontrar a una persona que diga que nunca la han asaltado o no ha padecido de los embates de la violencia y en verdad, permítanme decirles ¡Qué suerte han tenido y  ojalá nunca tengan que pasar por una situación así!. Vas del miedo o el terror de que quizás no regreses a tu casa y terminas en un estado de impotencia y coraje por lo ocurrido, en cuestión de segundos te quitan lo que con horas de trabajo pudiste obtener y gente sin oficio ni beneficio se lo llevan como si nada hubiese pasado. Cada vez, es más común ver calles con rejas, vigilancia, accesos controlados, guardias en los negocios, cámaras de seguridad, prácticamente nos encerramos en nuestras casas y en los negocios para estar protegidos. Encerrados como si nosotros los ciudadanos fuéramos los victimarios y no las víctimas; más bien nos convirtieron en los rehenes de la delincuencia.

Uno de los delitos que más se ha incrementado es el secuestro. Lamentablemente, hace unos días, se hizo viral a través de las redes sociales, el caso de un estudiante universitario que fue secuestrado después de salir de clases y se dirigía a su casa. Los plagiarios piden el rescate el cual es pagado por la familia y aun así acabaron con su vida. Estaba por graduarse y truncaron sus proyectos, no solo los de él, sino de su familia, amigos, compañeros de la escuela. El joven pasó de ser un graduado más de la universidad a una víctima de la violencia y los suyos a las miles de víctimas colaterales que trae consigo casos como este, hay miles en este país, con nombres y apellidos. Ya no deberían de haber más.

No se vale, que gente sin escrúpulos haga algo así. No tienen motivos ni razones válidas para ello, aun cuando lo hagan por dinero, la vida de una persona no tiene precio. Lo más lamentable, es que casos como el que acabo de mencionar, cada vez son más recurrentes, para los delincuentes ya no existen distinciones, todos podemos ser víctimas.

Hay mucho en que trabajar para tratar de erradicar la violencia trabajando en conjunto la sociedad y el mismo gobierno. Muchos dirán: “la culpa la tiene el gobierno”, efectivamente, es responsable de muchas de las cosas que suceden y de garantizar la estabilidad y la tranquilidad en el país, pero también como sociedad somos responsables de vigilar que esas autoridades e instituciones trabajen y apliquen la ley con todo el rigor y presionarlas para que cumplan su trabajo y sobre todo como ciudadanos ser empáticos y cuidarnos los unos a los otros.

Xavier Villanova, cimbrando las estructuras tradicionales del teatro
Anécdotas del Trabajo: Garabato Picado

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