Escribir una carta dirigida a una Ciudad es un tanto extraño, especialmente cuando no se ha visitado nunca ese lugar. Sin embargo, para conocer algo acerca de sitios alrededor del mundo basta con acercarse a la lectura para viajar a través de la imaginación a lugares insospechados.
En el caso de Mérida, igualmente conocida como Ciudad Blanca, es fácil enamorarse a distancia por la gran difusión que ha dado a la cultura en general, por ser reconocida como Ciudad de la Paz, y por haber sido sede de importantísimos eventos a nivel internacional.
Pero hay algo que los mexicanos en todo el país y en el extranjero conocemos y amamos de Mérida: su gastronomía, aunque esté comprendida dentro de la gastronomía yucateca -y que al igual que el resto de los estados de México es producto de la fusión de los ingredientes importados por los españoles con los ingredientes básicos de cada región- se distingue de los demás por la variedad de sus productos y lo exótico de algunas de sus frutas, plantas y chiles que sólo crecen en el estado.
De esa fusión nacen platillos que por los condimentos especiales, las técnicas de preparación y la influencia europea en general, española en particular además de caribeña y libanesa, brindan a quien los degustan un enorme placer al paladar, amén de la presentación de los mismos que es un agasajo para la vista.
Disfrutar de delicias tales como los huevos motuleños, salbutes, panuchos, papadzules, queso relleno, mukbil pollo, la sopa de lima, el chilmole o la tradicional cochinita pibil es trasladarse a través del sentido del gusto a épocas remotas que nos recuerdan nuestros orígenes y nos llena de orgullo que se preserven nuestras tradiciones.
Mérida hermosa, el encuentro entre dos culturas tan distintas como la maya y la española brinda hoy en día al mundo entero uno de los resultados más hermosos del mestizaje, la creación culinaria.
La Gastronomía Mexicana, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, no sería tan variada y exquisita sin la aportación de la Cocina Yucateca.