Disfrutar de la vida implica también aprender en los momentos en los que estamos decaídos. Para alcanzar a ver esos aprendizajes y disfrutar de los momentos de plenitud es necesario estar presentes; es decir, estar aquí y ahora. El tiempo presente es efímero porque se transforma en un momento pasado a cada instante. Es por ello que lograr atención plena requiere de constante práctica.
¿Qué es el amor?
Para hacer que el cerebro se acostumbre a poner atención es necesario tratarlo con amor. Así es: AMOR. Muchas de las corrientes antiguas de pensamiento tienen como principal propuesta la práctica del amor; sin embargo, el concepto del amor ha cambiado con respecto a las transiciones sociales. No se puede pretender que el amor sea exactamente lo mismo que era hace dos o tres mil años. Es así como también es necesario reconceptualizar el concepto de amor para poder tener atención plena.
Un ejercicio sencillo para determinar lo que entendemos por amor es preguntarnos lo siguiente: ¿en qué piensas cuando hablas de amor? ¿Piensas en la pareja que tienes, en tus hijos, en tu trabajo? Si es así, tu conceptualización del amor es totalmente de posesión. El amor, como un concepto trascendental se refiere más a los valores que lo componen: la generosidad, la bondad y la comprensión.
Mindfulness y su técnica de 9 pasos
Para lograr atención plena es necesario que le tengas amor a tu cerebro; es decir, comprensión, que seas generoso y bondadoso con él. Retomando las enseñanzas budistas y dentro de los estudios actuales de Mindfulness se proponen 9 actividades personales para lograr atención plena:
- Aceptación: Ver las cosas como son sin confundir con resignación o pasividad. Es decir, sin dotarlas de una carga emotiva adicional.
- No juzgar: Observa y escuchar sin pensar en si está bien o mal la circunstancia, persona o hecho que contemplas o escuchas.
- Curiosidad: Tener mente de niño, descubrir el mundo. Aquí te propongo lo que siempre le propongo a mis estudiantes, reconfigura tu lenguaje desde la sabiduría popular y piensa: “La curiosidad no mató al gato, lo hizo más inteligente y más creativo”. Experimenta.
- Paciencia: Sé paciente contigo mismo, con tu proceso de aprendizaje, con el resto de las personas que te rodean.
- Confianza: En que puedes lograr lo que te propones, en tu prójimo, en la vida o en un poder superior si así lo decides, pero la confianza no es un pretexto para echarse a la almohada, es tener seguridad de que sucederá si haces tu parte.
- No forzarte: No te obsesiones con cumplir resultados o con los objetivos, lo primero es estar aquí y ahora y no lo que tengas que hacer mañana, tu proceso de aprendizaje también requiere su tiempo, pero por ahora concéntrate en lo que te toca en el presente: el hoy, el aquí y el ahora.
- Dejar ir: No te apegues a las cosas, a los momentos ni a las personas. Esta también es una forma de ejercer tu libertad y de respetar la libertad del otro.
- Gratitud: Estar en constante agradecimiento por lo que configura tu presente: gracias por el sol o la lluvia de esta mañana, gracias por que puedo usar mi abrigo favorito, gracias porque tengo una familia, gracias por todas y cada una de las cosas que te hacen estar aquí y ahora. Este ejercicio sin duda es uno de los más trascendentales y arduos de lograr, pero es posible.
- Generosidad con los demás: ser generoso no implica caridad ni paternalismo, implica ser abundante; aplicado a “los demás” se puede entender como la manera de darte al mundo. Sé generoso dándole la mejor versión de ti a la gente que te rodea.
Estas técnicas lograrán un impacto importante y muy positivo en tu manera de mirar la vida y de relacionarte con los demás. Recuerda, la práctica hace al maestro, lo que nos deja claro que es necesario practicar constantemente el amor. Y si te encuentras teniendo pensamientos poco gratos, o forzando a tu cerebro a estar presente sin lograrlo, no te juzgues, continúa aplicando la técnica hasta que la puedas dominar.