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“Ya me voy del béisbol’, dice Martín Martínez”, no pudo ocultar su tristeza, sus lágrimas fueron más que evidentes, porque 50 años con los Sultanes se dice fácil, pero para el bat boy Martín Martínez es toda una vida, y ahora el retiro se convierte en una decisión que le duele.

La temporada 2011 con los Sultanes marcó su despedida y medio siglo al pendiente de los peloteros, es una gran historia y donde decidió culminarla: ‘Ya me voy del beisbol’, se le hace un nudo en la garganta y su llanto es significativo.

Su labor de bat boy no es sólo recoger los bates de los peloteros, limpiar los tachones, se hacen cargo de las bolas, del uniforme y un sinfín de tareas, que por cierto Martínez nunca se le olvida de quien es cada cosa.

Es tiempo suficiente que ha guardado en el baúl de sus recuerdos, experiencia, anécdotas, ha conocido a grandes peloteros, pero como señaló, es el momento de retirarse, ya el paso del tiempo no le permite estar más activo.

Por eso el primer día de entrenamientos de los Sultanes  fue nostálgico: “Ya me voy, ya me voy del béisbol”, así sin rodeos pero con gran tristeza.

Agregó: “Estoy muy cansado de las piernas, ya no me responden mis rodillas, me siento muy mal, voy a cumplir 50 años esta temporada si Dios me da licencia de terminar  y me quisiera ir como llegué, con un campeonato”.

Son muchos años juntos que hace imposible rescatar todos esos recuerdos de Martín, porque como dijo le ha tocado vivir demasiadas cosas, como conocer a directivos, tener la oportunidad de ser testigos de los parques y más que todo ver a peloteros que entregaron su alma con Sultanes.

Mientras la euforia de un campeonato, de un cuadrangular, de un hit, de un ponche cuando se tiene el triunfo en las manos, ahí  a un lado está el bat boy, que festeja y que llora.

PARECE QUE FUE AYER

Recargado en el área de vestidores, el bat boy está supervisando que todo esté en su lugar, suspira  y observa el estadio, donde pide a Dios terminar esta temporada con bien.

Al retroceder un poco el tiempo, se acuerda cuando llegó de cargabates allá por 1962, con apenas 17 años de edad, y claro que tiene su propia anécdota.

‘Lo primero que me dijeron es que estaba flaquito y muy chiquillo, me acuerdo que Rocky Contreras me defendió, míralo bien y hasta se hizo mi compadre y aquí ya estoy para empezar la temporada número 50’, agregó.

Indicó que ahora hay couches para todo, antes eran pocos, Zungo el manager, Rocky el couch y Sansirena el gerente de viajes.

LO DIFÍCIL

Para mantenerse como bat boy dijo que a diario  se trasladaba al parque, vivía en General Terán. “A diario iba y venía en camión, vi muchos choques, se volteaban camiones,  accidentes y  conocidos míos, pero mejor nos quedamos aquí en Monterrey, compre nuestra casita y ya vivimos bien mi señora y yo”.

Por eso recalcó que esos 50 años fuera del diamante: “Pues primero, mi mujer, luego mis hijos, mis tres hijos hombres trabajan en Houston viven muy bien, mis tres hijas mujeres viven aquí en Monterrey, todos están casados, soy bisabuelo”.

EL RESPETO

Reconoce que este año ya no es el mismo, sus dolencias no lo dejan, por eso decide dejar el beisbol, es triste y nunca va olvidar nada. “Nunca me meto con los directivos, todos me han dado mi lugar, por eso tengo 50 años, lo digo con mucho orgullo’.

Luego señaló: ‘ Porque me voy del beisbol, es mi vida, todo por servir se acaba, para que me sigan tratando como me están tratando hasta ahorita, mejor no, mejor me voy del beisbol”, y sus lágrimas dicen más que mil palabras.

LOS GRANDES PELOTEROS

De inmediato vienen a su mente el paso de grandes peloteros en Sultanes como un Héctor Espino, Vinicio Castilla y  Epitacio ‘La Mala’ Torres y muchos más que sería imposible escribir en este espacio.

Pero para Martín que tuvo el privilegio de estar cerca de ellos menciona con mucho orgullo:  “El más buena gente, y buen pelotero, Tony Dicochea, mexicano, a ese lo recuerdo como a mi papá, el rey de la bola de budillos, ¿qué nadie se acuerda de los peloteros viejos?, era muy bueno y bueno para los riatazos se quería fajar con Corella, porque me quería hacer una broma, y yo estaba recién llegado, y él dijo no, con él no te metas, lo que quieras con él, conmigo”.

SU SUEÑO

Los peloteros tienen el sueño de llegar al nicho de los Inmortales, pero Martín Martínez sólo quiere uno. ‘Quiero que cuando me muera me vistan con la camisola de Sultanes y que la directiva le dedique un partido en su homenaje y sobre todo retirarme con un título así como llegue allá por 1962’.

Es lo que sueña y aspira, porque ellos no tienen un lugar para ser recordados como los  grandes peloteros, en el Salón de la Fama. Hoy en la actualidad, Martín a veces acude al Palacio Sultán a observar los partidos y recordad todo lo que vivió en los diamantes.

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