Esta mañana de inflación e incertidumbre económica me lancé a comprar cereal y leche al super; regresé convencido de que las Maruchan no son tan mala opción para el desayuno. Mientras comía me acordé de una canción de La Maldita Vecindad que retrata un poco el panorama económico actual. Esto a pesar de que la canción fue escrita hace más de 30 años.
Originaria del Distrito Federal y con letras que retratan la realidad de buena parte de las urbes mexicanas, Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio era una banda se atrevía a tocar temas incómodos para una sociedad que por aquel entonces prefería hacer oídos sordos a la realidad social. Sus canciones hablan de tabús como la pobreza, el hambre, el ambulantaje, los despidos masivos, la diferencia de clases y la migración.
Aunque en su Laberinto de la Soledad Octavio Paz define y destroza la imagen del Pachuco: «El Pachuco no quiere volver a su origen mexicano; tampoco a la vida norteamericana. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma.» La Maldita retoma el mote y la imagen del Pachuco, lo populariza y lo convierte en un éxito que suena por todos lados.
Con una mezcla musical que abarca el danzón, el ska, el mambo y una gran variedad de ritmos, consiguen hablar de temas muy gruesos y censurados por el aparato gubernamental de aquellos años. Logran presentarse en televisión nacional y en programas con horario prime (“Siempre en Domingo” y hasta con Paco Stanley) para mostrar una imagen que escandalizó a buena parte de la sociedad por aquel entonces.
Conscientes y quizás hasta víctimas de la crisis que afectaba en el país, impregnan en sus letras historias de la cotidianeidad, siempre con ritmos que invitan a bailar; quizás un reflejo de la ancestral tradición mexicana de burlarnos de la desgracia propia y afrontar las adversidades con una sonrisa ¿Y por qué no? Hasta con un buen baile.