Mis penas y agobios perjudicaron mi hogar. Y aun así estoy feliz, este es el hogar que elegí, aqui me gusto vivir, este es mi ataúd ,es mi actual casa y por panteón el jardín.
Y ahí estaba, a dos cuadras de la calle donde vive mí amor, no cabe duda, estaba aprendiendo a ser romántico, se me notaba, lo sabía, pero había que comprobarlo
En las imágenes que percibo, voy observando las caras de estos mexicanos que salen a enfrentar sus batallas diarias con la mejor actitud, con su natural afán de servicio a los demás, con la implícita intención de unirse a un gran esfuerzo colectivo, convencidos de que es mejor sumar que restar o dividir, en una estoica comunidad ansiosa por crecer y prosperar.
Ella, esta vez alzó los hombros como queriendo decir: bueno, ese sería tu problema. Pero al bajar los hombros dijo: “yo también perdí el convoy”. Tenía que actuar rápido, el próximo tren se acercaba y debía detenerla para que no lo tomara; así, que fui audaz: “Tomemos un café allí, en esa cafetería, y dejemos que los trenes pasen mientras nos conocemos, ¿te gustaría?”
