Nacido en la Ciudad de México. Emilio Licea descubrió en sí mismo un don natural no solo para relacionarse con quienes le rodeaban sino también para absorber de su entorno la capacidad de apreciar la belleza en general y las artes en particular, llevándolo a realizar estudios que le permitieran desarrollar sus aptitudes y canalizar sus intereses encontrando así su vocación natural hacia las Ciencias de la Comunicación.