Ya no te quiero, te lo he dicho desde el día en que terminamos. Tal vez, en ese momento no haya sonado tan convencida; lo único que sabía, era que había llegado el fin de nuestra relación. Pero el tiempo ha pasado y han sucediendo nuevos disturbios en ti, en mí, entre los dos; que poco a poco me han ido dando claridad. La claridad suficiente para poder decirte con certeza “ya no te quiero”. Te lo he dicho en mensajes, te lo he dicho de frente. Sé que la convicción no solo ha estado en mis palabras, también en mis hechos, también en mi mirada.
Te exijo entiendas, te aconsejo aceptes.
No vivas añorando un retorno en mi manera de tratarte o de hablarte. Te trato y hablo con educación, tomando mi lugar y respetando el tuyo. Aunque, sí me molesta tu espera constante de que la situación cambie. Puede que así lo quieras, puede que estés sufriendo. A lo mejor recuerdes momentos compartidos, una que otra palabra bonita, algunas canciones románticas y hasta ciertas bromas que solíamos hacernos; y con cada uno de ellos, creas sentir lo que en ese entonces sentíamos. Pero no te confundas, el que no superes el rompimiento, no quiere decir que aún me ames. El amor no es así: no es solitario ni indiferente, no es evasivo ni intransigente.
Evítame el tener que estar poniendo limites constantes, evítame las caras largas y el tono cortante. Yo no soy así, pero he tenido que serlo; es que siempre confundes mi amabilidad con esperanzas. Ya basta de hacerme reclamos de pareja, deja de reprochar mis límites ni tampoco invadas mi privacidad. Es agotador, el hecho de, tener que ser la guardiana de mi propia libertad. Así que, por favor, no quiero tener que repetirlo otra vez.
