La leyenda del tesoro de Borja, una historia que se cuenta en el estado de Chihuahua, México, sobre un tesoro escondido por el general Martínez, un soldado que apoyó a los villistas durante la Revolución Mexicana.
Según la leyenda, el general Martínez era un hombre valiente y leal, que luchó junto con Pancho Villa contra el gobierno de Venustiano Carranza. Sin embargo, en 1916, los villistas fueron derrotados por el ejército de Carranza en la batalla de Celaya, y tuvieron que replegarse hacia el norte.
El general Martínez regresó a su pueblo natal, San Francisco de Borja, en el estado de Chihuahua, donde tenía una hacienda y una familia. Allí se refugió junto con un grupo de soldados fieles, esperando una oportunidad para volver a la lucha.
Pero el general Martínez no se sentía del todo bien. Sentía sus fuerzas flaquear y un mal presentimiento le arrebataba la tranquilidad. Sabía que sus enemigos lo buscaban para capturarlo y matarlo, y que su familia corría peligro. Por eso, decidió esconder su tesoro, que había acumulado durante años de saqueos y robos a los carrancistas.
El tesoro consistía en monedas de oro, joyas, relojes, armas y otros objetos de valor.
El tesoro consistía en monedas de oro, joyas, relojes, armas y otros objetos de valor, que guardaba en unos arcones de madera. El general Martínez cavó un hoyo debajo de un árbol frondoso en la sierra de Santa Ana, al sur del pueblo, y enterró allí su tesoro. Luego le confesó a su esposa el lugar donde lo había escondido, y le dijo que si algo le pasaba podía ir a sacarlo, pero que debía esperar mejores tiempos.
Desgraciadamente, el presentimiento del general se cumplió. Un día, unos matones armados llegaron al pueblo y rodearon la hacienda. Eran unos traidores que habían vendido la información sobre su paradero a los carrancistas.
El general Martínez se defendió con valor junto con sus soldados, pero eran demasiados. Los traidores lo capturaron vivo y lo torturaron para que les dijera dónde estaba el tesoro. Pero el general Martínez no les dijo nada. Prefirió morir antes que traicionar a su causa y a su familia. Los traidores lo asesinaron a sangre fría y quemaron su hacienda.
La esposa del general Martínez se salvó milagrosamente del ataque. Se refugió en una cueva cercana y esperó a que la situación se calmara. Cuando creyó que era seguro, salió de la cueva y fue a buscar el tesoro prometido por su esposo.
Pero para su sorpresa, no pudo encontrar el árbol donde estaba enterrado. La sierra era muy grande y estaba llena de árboles parecidos. La mujer buscó durante días y noches, sin éxito. La desesperación y el dolor la consumieron poco a poco. Se volvió loca y empezó a vagar por los pueblos cercanos, pidiendo limosna y hablando del tesoro perdido.
Todos han fracasado en su intento.
La leyenda dice que el tesoro del general Martínez sigue oculto en la sierra de Santa Ana, y que nadie ha podido hallarlo. Muchos buscadores de tesoros han intentado localizarlo, guiándose por documentos antiguos, mapas y testimonios. Pero todos han fracasado en su intento.
Los gritos de la loca mujer se escuchan como alaridos, como hijastros dolientes a varios kilómetros a la redonda en toda la serranía de Santa Ana, dicen los pobladores que cada año, en los últimos días algunos ven vagando al alma en pena, pero la gran mayoría ha escuchado sus lamentos especialmente en la fecha en que su esposo el general fue asesinado cobardemente por no revelarles el secreto de su tesoro.
Al parecer, una fuerza misteriosa protege el tesoro y hace que los buscadores se pierdan o vean cosas que no son reales. Algunos dicen que es el espíritu del general Martínez, que vela por su tesoro y castiga a los codiciosos. Otros dicen que es una maldición que pesa sobre el oro manchado de sangre.
Esta es la leyenda del tesoro de Borja, una historia que nos habla de la traición, la venganza y el destino. Espero que te haya gustado. Déjanos tus comentarios.
Bibliografía:
Leyenda El tesoro de Borja: Leyenda Mexicana de Tesoros y Bandoleros (paratodomexico.com)
El Tesoro de Borja, Chihuahua (vidamexico.mx)
Excelente historia, gracias