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El concepto de soledad esta muy estigmatizado en nuestra sociedad, cuando mencionamos siquiera la palabra «soledad» literalmente la relacionamos con la palabra «abandono» y no hay nada más erróneo que confundir una cosa con otra.

La soledad es algo que hemos aprendido a combatir desde pequeños, tanto en el hogar como en la escuela a muy temprana edad nos enseñan a socializar y a convivir con nuestros semejantes.

Al pasar de los años prácticamente todas nuestras actividades se desarrollan en base a tal convivencia social que aplicamos en todos nuestros campos de acción, llámese trabajo, deportes, familia, siempre estamos rodeados de gente y estamos siendo condicionados a cubrir con ciertos patrones previamente establecidos por la sociedad en que vivimos.

Tales patrones incluyen que a cierta edad la «normalidad» indica que estaremos casados, habremos de haber formado ya un hogar, tenido hijos y reiniciado el circulo que hace girar las ruedas del sistema establecido.

Es en ese proceso de crecimiento que se deposita en nuestra mente que la soledad es algo que debemos evitar, muchos proverbios la estigmatizan por ejemplo «la soledad es mala consejera», «llórate pobre, pero no te llores solo»,  incluso en la Biblia encontramos frases tales como «no es bueno que el hombre este solo» y una vez más este tipo de consignas nos tienen enfrascados en conceptos erróneos.

La soledad es una condición que muchísima gente disfruta por todo lo alto, es en soledad que el artista desarrolla su proceso creativo mas intenso, la soledad le permite estar consigo mismo y permite una interiorización que hace surgir las notas musicales más bellas, las esculturas más perfectas, la pintura más impactante, las letras más sublimes, todo gracias a que la soledad le brinda un espacio de paz exterior que permite ordenar el caos de la creatividad.

La soledad brinda libertad, una persona que vive sola es totalmente libre, no esta condicionada a cumplir con los paradigmas en los que otras personas están atrapadas.

La persona que vive sola maneja y organiza sus tiempos, administra sus actividades a su antojo y disfruta del espacio que es propio para hacer lo que le plazca, vivir solo no significa vivir aislado, significa tener para si el espacio que su ser requiere, nada más.

Disfrutar de la soledad es un proceso de aprendizaje como todo en la vida, estamos tan programados y condicionados que cuando por circunstancias fuera de nuestro control nos encontramos solos, no sabemos como confrontar esa soledad a la que aprendimos a temer.

Toda la vida huimos de ella, todo el tiempo pensamos que es mala, que estar solos es sinónimos de estar abandonados, todo el tiempo crecimos teniendo miedo de quedarnos solos y eso ha sido vivir en el error.

Cuando en nuestro andar por la vida, habiendo crecido en esa estructura social que nos tiene atrapados en una linea inamovible, nos encontramos solos ya sea porque aunque quisimos no encontramos una pareja para formar un matrimonio, o enviudamos o terminamos divorciándonos, de pronto estamos en una etapa desconocida, el temido camino hacia la soledad.

Debido a temores infundados no sabemos realmente como iniciar esa nueva etapa, mucha gente se confunde, se deprime o se angustia, aprender a vivir solos es tan fácil que nosotros mismos nos enredamos sin necesidad alguna.

En esa confusión se debe tener la madurez de buscar un equilibrio, no caer en el aislamiento social que representa el convertir la soledad en una adicción, no es recomendable llegar al extremo de recluirse y alejarse del mundo y de la gente, esa adicción a la soledad esta documentada en libros de psicología y psiquiatría y es muy peligrosa, la respuesta es el equilibrio.

Una vez superado el momento en que concientizamos que viviremos solos, concienticemos también que no viviremos aislados, otro riesgo que se corre, especialmente cuando la persona que vive sola es joven, es el desorden y el caos que puede presentarse si no se establecen algunas normas, es importante no solo respetarse a si mismos sino obligar a amistades y familiares a respetar nuestro nuevo hogar, vivir solos no significa que nuestra libertad se confunda con libertinaje, no debemos permitir que nuestro hogar sea utilizado como salón de fiestas o refugio temporal de nadie.

El respeto a nuestra persona y nuestra casa se debe imponer por sobre todas las cosas.

Si el momento de asumir nuestra vida en soledad llega cuando estamos en plena madurez, el golpe puede ser fuerte, especialmente si nos encontramos solos después de haber tenido una familia y un círculo social de actividades y todo cambia debido a un divorcio o al fallecimiento de la pareja y que durante la relación no hayan tenido hijos o que estos ya sean adultos con vida propia.

La soledad en una persona mayor es difícil en un principio, pero si se asume con madurez y aceptación de las nuevas circunstancias, se aprende a disfrutar el nuevo entorno para si. 

Hoy, gracias a esa soledad, esa persona puede dedicarse más a si misma, a cultivar su mente, a escuchar la música que siempre quiso escuchar en el volumen que quiera, puede leer ya sea en su casa, en la biblioteca o en una cafetería en silencio y sin interrupciones, puede tomar un trabajo o sin importar la edad que tenga, puede iniciar los estudios que quiera, ya sea en clases presenciales o en línea.

Hermanarse con la soledad nos permite hacer una introspección de nosotros mismos, querernos más, conocernos mejor, dedicarnos el tiempo que por años dedicamos a los demás a costa de abandonar muchas veces nuestros intereses propios.

Se puede vivir plenamente disfrutando la soledad, es una etapa hermosa que simboliza libertad e independencia, estar solo es también un estilo de vida que muchos eligen de motivo propio. 

Y recordemos, soledad no significa ni aislamiento ni abandono, así de sencillo.

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