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En un cielo atiborrado de turbulencias, destacan temas emotivos y con dimensión global, aunque en nuestra aldea la irritación y las voces de protesta y reclamo suben cada día de intensidad, ante la creciente ola de violencia contra las mujeres y la escalofriante estadística de feminicidios en el País. El tema es tan sensible como controversial y se puede observar y analizar con objetividad desde diferentes ópticas, mencionare dos solamente, la social y la institucional.

Empezaré por la segunda, que es la que tiene mayor resonancia, porque para una buena parte de la sociedad mexicana, la escalada de violencia en el País, es solamente culpa del Gobierno, “por su ineptitud”, “por su incapacidad” y por el “fracaso en su estrategia de seguridad pública”, o lo que es lo mismo, por su insuficiente atención y respuesta poco eficaz para garantizar la tranquilidad y paz social.

En ese sentido la reacción de algunos grupos sociales ha sido colérica, absolutamente acusatoria, principalmente aquellos identificados como radicales opositores al actual régimen.

Por su parte, los Gobierno actuales y las instituciones nacionales. frente al acoso y señalamientos de omisos y torpes, en su defensa argumenta que el expansivo crecimiento de las bandas delincuenciales, de diverso giro y calibre: narcotráfico, tráfico de personas, prostitución, tráfico de armas, hasta delitos del fuero federal y común como el secuestro y la extorsión, son la secuela o resultado de políticas erráticas en materia de seguridad de Gobiernos anteriores, además de la sospecha de haber mantenido pactos, alianzas y complicidades perniciosas para la Nación.

Desde luego, no es la reacción esperada o la mejor respuesta, ante la crispación social por el fenómeno de la violencia desatada en los últimos meses, especialmente el aumento de desapariciones de mujeres y feminicidios, que han puesto en estado de alerta a las corporaciones de seguridad, sin embargo, la escasa efectividad de sus acciones, está provocando manifestaciones extremas de grupos de mujeres que empuñando la bandera de “feministas”, han cometido actos de violencia exacerbada hasta llegar al vandalismo.

Esa expresión, de acuerdo con muchos mexicanos, no es una solución y claramente incita al conflicto y mayor polarización social.

Otra cara que vemos, aparte de otras más, es nuestra casa, la sociedad mexicana, ¿qué no hemos hecho bien? o de plano, no hemos hecho la tarea de formar a mujeres y hombres de bien, sin pensar en genios o santos, solamente buenos ciudadanos.

Más allá del efecto nocivo de la corrupción y la impunidad, está la persistencia de reproducir en los hogares el patrón patriarcal, las costumbres misóginas o la cultura machista, que no solo sobrevive hasta nuestros días, sino que en forma lamentable, se continúa replicando en muchos lugares de la República.

Es necesario que como sociedad también hagamos un serio acto de introspección y evaluar el actual modelo de formación de los hijos, para eso tampoco hay recetas mágicas o infalibles, pero sería obligatorio atender las necesidades, derechos y obligaciones elementales de los niños y jóvenes como la educación, la recreación, el deporte y la cultura, pero en paralelo formarlos en la disciplina, el compromiso, el trabajo en equipo, la solidaridad y las buenas costumbres que por salud pública, la comunidad demanda.

Y me permito advertir que viendo las condiciones de la descomposición social que nos agobia, tendríamos que tomar en conjunto medidas urgentes.

Hasta la próxima.

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores Independientes, A.C.

https://laredaccion.com.mx/el-imperio-de-la-violencia/akiles-boy/
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