Esta es una de las leyendas más famosas y románticas del México prehispánico, que explica el origen y el nombre de los dos volcanes que se ven desde el Valle de México: el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
Esta bella historia fue rescatada en textos de frailes y religiosos del siglo XVI, quienes a su vez ellos la encontraron gracias a la tradición oral de nuestros ancestros, quienes pasaban de generación en generación su relato de un amor sublime.
Se cuenta que hubo entre los tlaxcaltecas una princesa de gran belleza que era pretendida por varios hombres que luchaban por su amor, según la leyenda, Popocatépetl era un valiente guerrero tlaxcalteca que se enamoró de una joven hermosa, la princesa Iztaccíhuatl, que era la hija del rey. Pero también había un hombre despiadado de nombre Axooxco que proclamaba para él la mano de la doncella.
El Rey Tezozomoc le prometió a Popocatépetl que le daría la mano de su hija si regresaba victorioso de la guerra contra los aztecas y lo envió a Oaxaca, prometiéndole entregarle a su hija si traía la cabeza de su enemigo en la lanza.
«Volveré muy pronto para casarme contigo»
El joven guerrero Popocatépetl aceptó el reto y partió alegre y decidido a la batalla, dejando a su amada esperando su regreso. Le dijo al oído: “volveré muy pronto para casarme contigo” y ella le respondió “te esperare amado mío, adiós”.
Sin embargo, uno de tantos rivales de Popocatépetl, Axooxco celoso de su amor, le hizo creer a Iztaccíhuatl que su novio había muerto en combate. La princesa, desconsolada, se dejó morir de tristeza.
Cuando Popocatépetl volvió triunfante de la guerra, se enteró de la terrible noticia y lloró amargamente. Decidió entonces honrar a su amada y la llevó en sus brazos hasta la cima de las montañas. Allí la recostó sobre un lecho de flores y encendió una antorcha humeante y le prometió permanecer de rodillas junto a ella, para velar su sueño eterno.
Los dioses, conmovidos por el amor de los jóvenes, los convirtieron en dos enormes volcanes: Iztaccíhuatl, que significa “mujer blanca” o “mujer dormida”, y Popocatépetl, que significa “montaña que humea” o “el que humea”.
Ambos cuerpos quedaron sepultados por la nieve, convirtiéndose en los dos famosos volcanes mexicanos que hasta el día de hoy permanecen juntos y seguirán hasta el final de los tiempos.
Desde ese entonces, los dos volcanes, con el espíritu de los dos amantes se miran el uno al otro, y cada vez que Popocatépetl exhala humo o lava, es porque recuerda a su amada y le demuestra su amor inextinguible.
La leyenda de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl se relaciona con la historia real del lugar de varias maneras:
- Por un lado, refleja el contexto histórico y cultural de los pueblos indígenas que habitaban el Valle de México antes de la llegada de los españoles, especialmente los tlaxcaltecas y los aztecas, que se enfrentaron en varias guerras por el control del territorio.
- Por otro lado, explica el origen y el significado de los nombres de los volcanes, que provienen del náhuatl y describen su forma y su actividad. Además, muestra la admiración y el respeto que los antiguos mexicanos tenían por la naturaleza y sus fenómenos, que atribuían a la intervención de los dioses.
- Finalmente, expresa el sentimiento y la imaginación de los narradores populares, que crearon una historia de amor trágico y eterno para darle vida y belleza a los volcanes.
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Bibliografía: IA
Leyenda de los volcanes: Popocatépetl e Iztaccíhuatl (mexicotravelchannel.com.mx)
Leyenda de los volcanes – Wikipedia, la enciclopedia libre
Popocatépetl e Iztaccíhuatl: La leyenda de los volcanes – N+ (televisa.com)
