Decir lo que pensamos, lo que deseamos, lo que sentimos, o lo que consideramos que es necesario que los demás escuchen de nuestros labios, es importante, sin embargo, tengo que detenerme un momento antes de hablar y pensar si es éste el momento adecuado para hacerlo.
Además del momento adecuado, debo considerar la manera en que voy a expresarme. Si estoy encendida por la ira o por la tristeza, mis palabras podrían llevar una carga emocional inadecuada y comunicar ideas de las que más tarde, cuando mis emociones hayan recuperado el nivel de estabilidad correcto, muy probablemente termine por sentirme arrepentida de lo que haya dicho.
Algo que siempre debo tener presente, es que mis palabras influyen en mi subconsciente, y éste no distingue bromas ni sarcasmos, verdades o fantasías. El subconsciente, da todo por cierto y hecho, sin yo darme cuenta, me llevará a actuar en consecuencia. De ahí la importancia de pensar y hablar siempre de la manera más positiva posible. Y ser positivo no es circunstancial, ser positivo es una decisión personal.
Alterando emociones
Las palabras dichas no es que se las lleve el viento y se pierdan en la nada. Tus palabras las recibe el universo y es entonces cuando obtienes resultados tan negativos o positivos, como la carga emocional con la que están formados tus dichos. ¿Qué tipo de resultados estás deseando obtener?
Más aún, las palabras no sólo afectan al que las dice, también impactan al que las escucha. Si están cargadas de enojo, por ejemplo, pueden herir el alma y dejar profundas cicatrices que ninguna disculpa ofrecida podrá borrar. Ten mucho cuidado al hablar, especialmente cuando te dirijas a la gente que amas, a tus padres, a tus hijos, a tu pareja, y principalmente, cuando te hables a ti mismo.
Espera un poco más
¿En verdad es necesario tocar ese incómodo tema a la hora del almuerzo?
Hay temas necesarios e ineludibles, es verdad, pero los reclamos, los regaños, la llamadas de atención, la disciplina, aunque estén llenos de amor, deben tener un momento especial.
Si mezclas la hora de la comida en pareja o la cena familiar con las lecciones de buen comportamiento o alguna áspera discusión, no sólo estarás amargando los alimentos y entorpeciendo la digestión, también tu mensaje perderá el efecto deseado y peor aún, puede convertirse en un estorbo que irá minando tu relación.
Habla siempre en positivo, habla siempre con amor, que tus palabras sean buena semilla para cualquier corazón.
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