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Las infidelidades se presentan en cualquier parte del mundo, en cualquier sector social, económico, religioso y cultural.

Puedes ser la persona mejor preparada, atenta, detallista, bien parecido, famoso, finacieramente exitoso y mejor perfumado… y no por eso estás excento de que tu pareja te sea infiel.

Y visto desde el otro extremo… puedes tener todos los atributos mencionados… y ser infiel.

Finalmente, la infidelidad no se trata de la «víctima»… no es tema de la persona a quien se le fue infiel, sino de quién comete la infidelidad.

Y si lo analizamos bien, la infidelidad es contra uno mismo. El infiel no está engañando a la otra persona. El infiel se está engañando a si mismo.

Cuando eres infiel, te puedes creer muy listo tejiendo las artimañas necesarias para «salirte con la tuya» y llevar una doble vida. Y si por algún descuido, mala suerte o azares del destino te descubren, no dudarías en culpar a tu pareja.

Es tan común que cuando una persona engaña a su pareja le traslade la responsabilidad de su conducta, que hasta parece que lo aprendemos de «cantadito» como las tablas de multiplicar.

Pretextos como «no me atiende», «seguimos juntos solo por lo hijos», «dormimos en camas separadas», «ya no se arregla», «no me escucha»… Y así una larga lista de frases igual de absurdas.

Dejar de mentirnos sería mejor.

Hasta a Will Smith le sucede. Pero lo más trágico es que al ser infieles nos mentimos a nosotros mismos.

Sería más inteligente, valeroso y sencillo reconocer y decir «no estoy feliz aquí» y romper con esa relación en la que no somos felices.

Ya sea un matrimonio, una sociedad comercial, un grupo de amigos, un empleo. Cualquier tipo de relación que tengamos. Cuando no nos sentimos felices en ella, creo que primero debemos intentar restaurar lo que a nuestro parecer está funcionando mal. Si después de hacer todo lo que está en nuestras manos hacer y no conseguimos que se solucione, quizás lo mejor sea dar por terminada esa relación.

Ya sea social, laboral, amorosa. Si te daña, y no pudo ser restaurada ¿Por qué seguir ahí?

No engañas a los otros, aunque jamás se enteren. Te engañas a ti mismo, te lastimas a ti mismo. Te eres infiel a ti mismo.

Es mejor ser valiente y decir y actuar con la verdad que vivir una vida de mentiras que al final sólo tú saldrás dañado. Sólo tú eres el responsable de tus decisiones aunque trates de culpar a los demas.

Entre abogados te veas.
La Torre de la Doncella, Estambul, Turquía.

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