Fabula Notas del autor

El señor Búho, su bosque y habitat

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El señor Búho a lo lejos vio que durante casi dos meses la población de cierta ciudad sufrió los embates del astro rey. Un calor insoportable era el diario vivir de la población. Todo dio inicio después de un gran chubasco en la ciudad. Justo cuando la gente pensaba que moriría de calor, una tromba cayó sin previo aviso. El agua escurría por doquier y en el parque, justo en el centro de la ciudad, un gran árbol apuntaba sus hojas hacia el cielo. No era común que las hojas estuvieran de esa forma, por lo regular, después de la lluvia se doblaban y quedaban señalando al suelo. ¡Esta ocasión no fue así!
Las palomas, que solían apostarse en la enorme copa del frondoso árbol, desaparecieron. No había ninguna. A excepción de un pájaro carpintero de color rojizo que permanecía estático, como si no quisiera moverse de ahí.
La poca gente que recorría el parque notaba que algo raro estaba sucediendo. Algunos se detenían y tomaban fotos, otros, presagiaban que algo malo les sucedería.
No fue hasta que, en un repentino ventarrón, se formó un gran remolino y alzó todo a su paso. Los paraguas de las personas viajaban al espacio, y otros más se perdían en el grisáceo cielo que aún no se despejaba.
Después de unos minutos, la calma regresó y el sol dio paso a una tarde distinta, muy diferente a la que estaban acostumbrados los ciudadanos. Y de pronto, como por arte de magia descendió del cielo, una gigantesca ave, de colores grises y oscuros, se presentó en una magistral entrada triunfal. Era un gran búho. Era enorme. Sus cejas lo hacían verse enfadado, así como su plumaje, sus alas pegadas a su regordete cuerpo y un sonido peculiar salían de su pechuga.
Su cabeza daba de vueltas y sus ojos subían y bajaban de sus órbitas.
Con sus enormes patas recorrió el parque. Nadie se le acercaba. Tenían miedo de que los fuera atacar.

El pájaro carpintero abrió sus alas y se fue sin rumbo. El señor búho solo lo observó y justo cuando lo perdió de vista empezó a agitar sus alas creando una ventisca. Después de eso, la gran ave se posaba en el árbol y emitía unos sonidos muy raros.
Las hojas de los árboles de nuevo tomaban su forma original.

Rápidamente, un grupo de personas llamaron a los encargados de la vigilancia, tratando de atrapar al astuto animal. El señor búho únicamente los veía. Hasta que uno de los cuidadores del parque entendió que el ave trataba de darles un mensaje. Dejaron sus redes en el piso y pusieron atención a sus movimientos. Cuando esto pasó, el señor búho movió sus alas y en un vuelo plácido se dirigió hasta donde se encontraba un pequeño bosque. Los árboles estaban siendo talados. Los escasos cuerpos de agua ahora eran pequeños charcos que no abastecían de agua a la ciudad. Ahí permaneció el ave haciendo círculos y desplegando sus alas.

Poco a poco la gente llegaba para dar fe de lo que el plumífero trataba de decirles. Hasta que una chica gritó: “Es hora de parar la tala de los árboles, estamos matándonos con estas acciones”, tiene razón el señor Búho. Debemos de respetar su hábitat, sin árboles ya no habrá vida como tal, y los únicos perjudicados seremos nosotros.
Después de estas palabras, el ave agitó sus alas y todo se volvió distinto. Pequeñas plantas germinaban de la tierra, así como diminutos árboles tomaban el lugar de los caídos.
Y así fue como el señor búho ayudó a aquella ciudad a recomenzar y a valorar el agua y sobre todo la vida de los árboles.
Después de aquel día nadie volvió a ver al señor Búho.


4th Of March of 1981Life Numerological Journey
Jin deslumbra en Milán, España

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