Bach, Beethoven y Mozart, se hacen presentes en cada interpretación… Armando Manzanero, Silvio Rodríguez y muchos más se integran al recital.
Tocar el piano es tocar el cielo. Tocar el piano es hacerte llorar. Tocar el piano es abrazarte con el alma… ¡Tocar el piano es mi manera de gritar!
Gritar que la vida no es justa, pero así la tengo que aceptar. Gritar que no entiendo por qué me tocó esta lucha, pero estoy dispuesta a pelear. Gritar que no esperaba verme tan rota, pero yo me puedo reinventar.
Tus manos son la voz de mi alma.
Tengo una enfermedad de las llamadas raras, de esas que no avisan cuando se van a presentar. Simplemente un día se instalan en tu vida y ya nada vuelve a ser igual.
Un día puedo estar perfecta y de un momento a otro ni siquiera me puedo levantar. Me duele, me tira, me ataca y me puede hacer gritar.
A veces camino y me caigo, pero ya aprendí a levantarme, me sacudo el polvo y vuelvo a mi andar. Pero lo que rompe mi alma en pedazos es cuando estoy frente al piano y no lo puedo tocar.
Entonces espero ansiosa el día que tengo que darte clase, porque a través de tus manos es como me puedo expresar. Tus manos son la extensión de mi alma… Por medio de tus manos yo puedo hablar.
Escucharte interpretar las melodías que yo solía tocar y que la gente piense que soy yo quien la está interpretando, es saber que aún puedo, a través de tus manos, transmitir lo que quiero expresar.
Hay días, como hoy, en que mis manos son tan débiles que no puedo sostener ni un bolígrafo para firmar. Pero tus manos llevan mi nombre, tienen mi sello, y a través de tus manos, yo puedo gritar.
