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La vida de la Doctora JILL BOLTE TAYLOR es ¡Extraordinaria!.

Imagino todo lo que tuvo que superar para recuperar ocho largos años de su vida, tiempo en que hizo lo imposible por reintegrarse a su vida profesional y cotidiana, dado que después de una cirugía de cerebro, tuvo que reaprender a hablar, caminar, escribir y recordar su vida.

Ella trabajaba en Boston en el Laboratorio de la Dra. Francis Benes, Departamento de Psicología de Harvard y en esencia manejaban y estudiaban los microcircuitos del cerebro. Dedicó su carrera a investigar las enfermedades mentales severas, ya que tiene un hermano al que le diagnosticaron Esquizofrenia.

En el año de 1996 ella tuvo un trastorno cerebral propio, ya que un vaso explotó en la mitad izquierda de su cerebro y tuvo una Apoplejía que le dejó con únicamente el hemisferio derecho del cerebro activo, parecía que su conciencia se había movido de su percepción normal de la realidad, así que de inmediato quedó cautivada por la magnificencia de la energía a su alrededor, pero se sentía desconectada del diálogo cerebral que conecta con el mundo exterior.

El trabajo y todo el estrés relacionado con él ¡habían desaparecido!, se sentía ligera en su cuerpo, todas las relaciones del mundo exterior y todo el estrés de ellas había desaparecido y tuvo sentimientos de paz, pero no había fluidez en su andar y su cerebro se deterioró completamente en su capacidad de percibir todo tipo de información.

Logra con muchos apuros pedir ayuda a su colega del trabajo y le envían ayuda y dentro de todo, tuvo la idea de pensar que era genial tener un derrame cerebral, porque así podría estudiar su propio cerebro desde ¡dentro!. 

Cuando va en la ambulancia, ella sintió a su energía marcharse, sintió a su espíritu rendirse. En ese momento supo que ya no era quien decidía su vida y que o los médicos rescataban su cuerpo y le daban una segunda oportunidad de vivir, o quizás era el momento de su transición.

Cuando despertó después esa tarde, se sorprendió que seguía viva, cuando sintió a su espíritu rendirse, se despidió de su vida. Como no podía identificar la posición de su cuerpo en el espacio, se sentía enorme y expansiva, su espíritu se remontaba libre por un mar de euforia silenciosa.

Creyó encontrar al Nirvana. Recuerda que no había forma de que pudiera comprimir la enormidad de su Ser dentro de ese cuerpecito diminuto. Seguía viva y había encontrado al Nirvana y si seguía viva, entonces todos quienes estén vivos pueden encontrar al Nirvana e imaginó un mundo lleno de personas que sabían que podían venir a ese espacio en cualquier momento y que podían elegir deliberadamente cruzar hacia la derecha de su hemisferio izquierdo y encontrar esa paz. Eso le motivó a recuperarse.

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