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CAPITULO IV

Desnuda que apenas con las manos me cubría mis partes íntimas, entonces, ya no sentí miedo al contrario, sentí furia y les dije que se fueran pero no hicieron caso, me sentía indefensa, pero resurgió mi carácter, se impuso ante su desfachatez y con energía los corrí, y al ver mi expresión salieron presurosos, ¡oh! había recuperado mi tranquilidad.

Cuando por fin salí, ya estaban esperando por mí las chicas y les recriminé el porqué me habían dejado sola, ya que unos hombres estaban espiando. Me explicaron que no, estaban para cuidarme. ¿Qué? ¿Es para que no me escape? me envolvieron en otro lienzo oliendo a hierbas o flores o tal vez frutas, no sé que aroma traía, pero olía delicioso, tan suave al tacto que no me lo quería quitar, y una de ellas me pidió que la siguiera, así lo hice, empecé a caminar por un largo y semi obscuro pasaje, donde la anciana me esperaba; las muchachas se retiraron y ella pidió que me sentara, expresando lo siguiente.

Aún envuelta en el lienzo con un aroma exótico me dijo que pertenecía un linaje de raza pura, por lo tanto era la princesa que todos estaban esperando, ¡no me lo podía creer! haciendo una cara de ¿me estás mintiendo?, entonces en un abrir y cerrar de ojos, me contó desde mi nacimiento, pasando por mi niñez, adolescencia, hasta la madurez, lo cuál le pregunté ¿Dónde están mis padres? ¿porqué me habían dejado?

Me sentía tan triste y desolada que empecé a llorar, me consoló pero inmediatamente la rechacé, estaba sola en un mundo que no conocía, que esa gente estaba loca, pero que les tenía que seguir la corriente ya que tenía que ganarme su confianza para poder salir.

Después ya zanjado el asunto, salí de esa habitación y estaba la anciana esperando, yo algo triste le dije que estaba de acuerdo que les ayudaría a salir de ahí, ¡si eso era lo que deseaban!

Me miró con gran simpatía, y me dio un gran abrazo, vaya empezaba a funcionar mi plan. De todos modos no podía hacer nada, estaba en un lugar desconocido.

La anciana me mostró una ropa hermosa que se me hizo un nudo en la garganta, poco a poco empecé a llorar, mis lagrimas resbalaban por mis mejillas, estaba muy emocionada y a la vez triste, la anciana me dio unas palmadas en el hombro y me dijo que no me preocupara que todo iba a salir bien; ¡pero no tenía la menor idea de mis pensamientos ya que estaba en mi mente traicionarlos! era el motivo de mi llanto.

Al verla escoger el vestido para la gran celebración, me dieron ganas de salir huyendo, pero recordé no conocer aquel lugar y decidí esperar.

Entraron las chicas con mucho alboroto y me enseñaron unas joyas de gran belleza, era lo que una princesa debía usar, al fin me puse un vestido largo con aberturas de cada lado desde la rodilla a los pies, el cuello era un poco escotado ya que se veía el principio de mis senos, las mangas llegaban hasta los codos, y el largo del vestido como lo dije antes rosaban mis pies en todos ellos habían grecas bordadas con figuras de animales entrelazadas.

Muy emocionada como toda mujer, cuando estrena un vestido, me pusieron una gargantilla ¡hermosa de verdad! con el juego de aretes y pulsera, me senté frente a un gran espejo, viendo como me estaban transformando, no podía creer ver reflejada mi imagen y ver a otra persona tan diferente de cuando llegué ahí, Flor de Amanecer, una de las chicas se llamaba así, me empezó a peinar y era tan ágil y diestra en elaborar el peinado tan sutil y me ponía flores entrelazadas a mi pelo que se me veía bonito, al fin terminó, me dejo algunos mechones sueltos y lo demás recogido, pero estaba un poco alto y me puso una corona de flores alrededor de la nuca.

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